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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Años cruciales

La sesión del domingo en el Palau giró, toda ella, en torno a los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, momento crucial en que culmina el clasicismo mientras que, al tiempo, aparecen los primeros gérmenes de la música romántica. De todo ello hubo en el programa dirigido por René Jacobs, conocido contratenor de antaño y convertido ahora en líder importante del movimiento historicista. El director belga trajo a Valencia la versión completa de Las Criaturas de Prometeo, un ballet del que solo suele programarse la obertura. Fechada en 1801, no es esta, desde luego, una de las páginas más arrolladoras y revolucionarias de Beethoven, pero contiene momentos encantadores y funcionales para el ballet. La orquestación es rica en colores, incluyendo instrumentos poco habituales en el compositor de Bonn como el corno di bassetto o el arpa (la utilización de esta última en la Romanza para violín y en la sinfonía de Haydn debe atribuirse, por el contrario, a una libertad que se tomó el director). René Jacobs interpretó la obra con energía y empaste desde el primer compás, subrayando los incisivos motivos de los vientos y haciendo volar a las cuerdas con la ligereza que los instrumentos originales permiten.

AKADEMIE FÜR ALTE MUSIK BERLIN

Director: René Jacobs. Violín solista: Bernhard Forck. Obras de Beethoven y Haydn. Palau de la Música. Valencia, 13 de noviembre de 2011

El director belga trajo a Valencia el ballet 'Las Criaturas de Prometeo'

La Romanza núm. 2 para violín, también de Beethoven pero mucho más conocida, contó con Bernhard Forck como solista. Lógicamente, también lució las maneras específicas del historicismo: suavidad, poco vibrato, concepción distinta de la articulación, y sonido mucho más etéreo que el de los violines actuales. Faltó, sin embargo, el calor expresivo que subyace en ella y que también puede conseguirse con un violín construido a la usanza de la época.

Luego vino Haydn y la última de sus sinfonías. Jacobs plasmó muy bien esa extraordinaria resolución del misterioso Adagio inicial en un Allegro donde todos los problemas parecen definitivamente resueltos: ¡cuánto vigor y cuánto optimismo se resumen en esos compases! A destacar el papel de los pequeños timbales, que tanto juego dan en esta obra. El segundo movimiento, sin embargo, les salió sosito a los berlineses. Recuperaron la gracia en el Minueto, de silencios expectantes y Trio muy contrastado, para acabar en un ajustadísimo y delicioso Finale.

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