Cuerpos mutilados en la morgue militar
Un informe descubre que algunos restos de soldados de EE UU fueron mutilados
Es uno de los lugares más lúgubres de las instalaciones militares norteamericanas. A la base de Dover llegan muchos de los féretros de los soldados caídos en el frente de guerra. La solemnidad en las formas, el sobrio homenaje a los héroes que han dado la vida en el frente, ha convivido, según se sabe ahora, con la mayor falta de respeto que se le puede dedicar a un soldado caído: cadáveres mutilados por los empleados de la morgue, partes de cuerpos perdidas en bolsas de plástico, engaño deliberado a las familias. El Pentágono admitió el martes que tres empleados de la Fuerza Aérea en Dover, delatados por otros tres trabajadores de la morgue, hicieron con los cuerpos lo que se les antojó, llegando a cortarle una extremidad a un marine para que cupiera dentro del ataúd.
Una investigación interna de la Fuerza Aérea, que concluyó recientemente, ha revelado esas infracciones. Hubo, al menos, 14 casos en que sus superiores cometieron faltas graves.
La Fuerza Aérea abrió una investigación, y amonestó a los tres responsables, pero no les despidió. En el caso del cadáver de un marine, el director Keel "determinó que los restos en el ataúd debían prepararse para ser expuestos, a pesar de la opinión de diversos empleados de la morgue de que no deberían exhibirse y deberían colocarse dentro de una funda que cubriera todo el cuerpo", según el informe. "Parsons determinó que aunque una funda de cuerpo completo sería necesaria, la cabeza y la cara del marine se hallaban en un buen estado, y deberían exhibirse para que los viera la familia".
"Cuando los embalsamadores no pudieron colocar el brazo izquierdo del marine para que le cupiera el uniforme, debido a las grandes heridas en ese área, el Sr. Keel les indicó que cortaran el hueso del brazo izquierdo y lo dejaran dentro de la pierna derecha del pantalón de uniforme", explica el informe. En otros casos, la Fuerza Aérea admitió que sus empleados perdieron partes de cuerpos, como un pie, que habían dejado dentro de bolsas de plástico para su análisis forense.
La base de Dover es, junto al cementerio de Arlington, en Washington, uno de los lugares más solemnes para los soldados y sus familias. Por allí pasa ocasionalmente el presidente Barack Obama, para recibir los restos de las tropas a las que han enviado a morir al frente. Es un punto de peregrinaje para las apesadumbradas familias a las que les ha llegado la temida carta en la que se les notifica la muerte de un ser querido. Hasta hace poco fue un lugar vetado a los medios.
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