Los exclusivos de la Roja
La UEFA rinde tributo a Zubi, Casillas, Xavi y Raúl, los cuatro españoles que superaron los 100 partidos con la selección
La historia contemporánea de La Roja se asienta sobre cuatro pilares: Zubizarreta, Casillas, Xavi y Raúl. Cuatro símbolos del fútbol español que se sitúan entre los mejores jugadores europeos de siempre. La UEFA celebra hoy sus trayectorias.
Zubizarreta, 126 partidos "Número uno en todo"
En el ascensor del Hotel Meliá de Alicante, Luis Miguel Arconada miró a Andoni Zubizarreta y le dijo. "Hoy juegas la segunda parte". Y allí, en el viejo Rico Pérez empezó a construir su leyenda, contra Finlandia. "Ese día no se olvida", reconoce el primer futbolista español en sumar cien partidos con la selección, el hombre que sigue siendo el futbolista español que más veces, 126, se ha puesto la camiseta de la selección española.
Apenas un par de meses más tarde, comiendo en Palencia, en la casa de estudiante de Ane, la mujer que le ha acompañado toda su vida, se le atragantó la sopa: "Porteros: Zubizarreta y Ablanedo", dijo el locutor, en el Telediario. "Si no va Luis...", pensó. Efectivamente, contra Irlanda, en Cork, jugó como titular, un partido que ha acompañado a Andoni toda su vida.
"Era un campo de mierda", recuerda Camacho de ese partido. "Olía a pescado, solo tenía una grada, el resto era monte...", admite Zubi, que guarda un recuerdo tan especial de ese partido como del primero que jugó en un Mundial: "fue en Querétaro, donde había jugado Brasil en el 70. La sensación de estar ahí...".
Zubi cumplió los cien encuentros con España en Armenia. "Casualidades. Iker cumplirá los 126 [los mismos con los que se retiró Zubizarreta], en Wembley, pero le podría caer en Costa Rica... Eso no se programa". Del primer al último Mundial, cambió el rol del meta vasco. "Llegué a México 86 como un imberbe, con ganas de conocerlo todo, de mirarlo todo... Y a Francia 98, el cuarto, fui sabiendo mucho de lo que iba a encontrar. Lo que no cambia es la ilusión, la emoción de ir a jugar un partido internacional y tampoco la incertidumbre. En el puesto de portero es aún más singular, aumenta la necesidad de confianza y, a veces, toca disimular porque son escasos los partidos en los que llegas perfecto, sin molestias, con esa sensación de seguridad absoluta".
Zubi asume que hubo buenos y malos momentos, ninguno tan especial como el día después de empatar a cero con Uruguay en Italia 90: "Los medios exigieron la presencia de los 13 jugadores que habíamos disputado el partido. Era como un juicio sumarísimo. ¡Y ni siquiera perdimos!". A menudo, la selección "actúa como bálsamo, desconectas de tu club, pero en otras ocasiones es justo lo contrario", conviene.
"Zubi era el número uno en todo, mas allá del dorsal", dice Clemente, que fue uno de los cuatro seleccionadores de su carrera. "Si hay una palabra que le define es profesionalidad", insiste. "Zubi siempre daba la cara por todos, era exigente, pero con él mismo antes que con cualquiera. Era duro, rotundo, fiel y ni un sólo día dejó de pensar en el grupo", recuerda Miguel Gutiérrez, fisioterapeuta de la federación, único empleado que ha conocido a los cuatro centenarios.
Casillas, 125 "Un gatito"
"Era un niño de 17 años", dice Míchel Salgado, rebuscando en su memoria. "En la Eurocopa de Holanda era el niño de la selección. Ya tenía esa velocidad debajo de los palos. Y también tenía una cosa muy importante. Una estrella. Cuando fallaba, siempre ocurría algo que hacía que el fallo se subsanase. Salía airoso".
El seleccionador que le hizo debutar, José Antonio Camacho, le valoró por su coraje: "La personalidad se le veía en una cosa: actuaba poco, porque jugaba en un equipo grande, pero cuando le tocaba respondía. Eso es muy difícil. En el mano a mano, cuando lo pillaban al contragolpe, tenía un control de sí mismo muy grande. No se tiraba nunca antes de tiempo, no entraba a los amagos".
"Era un chico bastante callado y todos le gastaban muchas bromas", dice Vicente Engonga, centrocampista de aquel equipo. "Pero él se las tomaba bien. No era de esos que se mosqueaban. Raúl y Hierro se metían constantemente con él. Cuando teníamos día libre él se quedaba en el hotel pero ellos le decían: '¡Ten cuidado cuando salgas porque te van a pillar y vas a aparecer en la prensa del corazón!".
Engonga le estudió en las prácticas: "Salvo por algunos detalles que da la experiencia, estaba al nivel de Molina y Cañete. Era muy rápido de piernas, con mucha agilidad en el uno contra uno. Ahí era más difícil de batir que Cañete. No lo parecía pero saltaba como un gatito. Daba un paso y llegaba al palo sin esfuerzo".
Miguel Gutiérrez dice que estableció una capitanía casi asamblearia: "A diferencia de otros capitanes, su manera de liderar es más asociativa. Los tiempos han cambiado. Él tiene un grupo y lo maneja mediante el consenso. Comparten el liderato".
Xavi, 105 "¡No la perdía nunca!"
"Del primer día no me olvido, del que cumplí los cien tengo más dudas", admite Xavi Hernández, que se para y piensa: "Debuté el mismo día que Puyol, contra la Holanda de Van Gaal, en Sevilla, en la Cartuja... y perdimos" (1-2). Los cien, aunque no hace tanto, le generan más dudas: "¿Fue en Granada, no? Sí, contra la República Checa, un partido de esos complicados, pero que te dan una clasificación", recuerda. Admite que el día del debut sentía gusanos en la barriga mucho antes del partido: "La verdad, estaba nervioso. Llevaba toda la vida jugando en las divisiones inferiores y ahí estaba, ante el gran momento".
Ahí estaban, también, Sergi Barjuan, Abelardo, Luis Enrique... -"la gente del club siempre está más pendiente de ti, claro, pero yo recuerdo mucho a Raúl, a Hierro...". Ese día, también jugó Urzaiz. "Yo, lo que recuerdo es que el primer día que le vi en un rondo aluciné: ¡no la perdía nunca!". Para Camacho, el entrenador que le dio la alternativa, una cualidad le define: "Siempre vio el pase donde otros no lo ven. Hay muchos jugadores constantes, pero él además de eso llegó queriendo demostrarle a los compañeros de lo que era capaz, como si gritara: 'oye, que yo soy muy bueno' cada vez que tenía la pelota, pero, claro, no tenía todavía el aplomo y la confianza que tiene ahora". "Xavi siempre ha sido la dulzura, la sonrisa, la pregunta... Xavi siempre ha querido saber algo, aprender algo, que le cuentes algo", recuerda Gutiérrez. "Xavi contagia. Es alegre y muy profesional, todo a su tiempo. Es un compañero ejemplar", dice Valdés.
"Es un futbolista con mayúsculas, único, un futbolista que ama el juego y además, lo entiende", asegura Luis Aragonés, que no niega que por el volante siente un afecto especial.
Raúl, 102 "Asesino del gol"
"A los 19 años él ya era un ídolo de España", recuerda Míchel Salgado. "Todo el mundo hablaba de él. Así es que cuando nos convocaron para el Mundial sub 20, a mí con 17 y a él con 19, lo que más ilusión me hacía era verle: '¡Conocer a Raúl, qué maravilla!'. Fue después de mi primera temporada en Primera. Yo venía de Vigo, de luchar por la permanencia, en una época en la que a los clubes todavía no había llegado el dinero de las televisiones. Y el carisma de Raúl estaba muy por encima de todos los demás. En los entrenamientos era un asesino del gol. Nadie lee mejor los partidos".
Rafa Alkorta, compañero de Raúl en el Madrid, fue uno de sus anfitriones en el equipo nacional. "Era muy joven pero con lo que había hecho en Primera le alcanzaba el rango y el crédito para que lo trataran como a uno más", observa el exdefensa. "Infundía respeto. Nosotros, con Hierro y Cañizares, éramos sus amigos. Fuimos introduciéndole en el ambiente. Él dormía con Cañete y yo con Hierro, y las tertulias las hacíamos en nuestra habitación. Y hubo una cosa importantísima: Javi [Clemente] le quería muchísimo. Le trataba como si fuera su hijo. Se identificaba con ese espíritu de pelea que tenía Raúl".
Cuando Javier Clemente llamó al delantero del Madrid para jugar contra la República Checa, quienes no habían coincidido con él se encontraron con un chaval silencioso. El capitán, Andoni Zubizarreta, recuerda sus cambios de carácter cada vez que pisaba la hierba: "Era muy introvertido. Luego en el campo su carácter se transformaba. Era competitivo, pedía la pelota, colocaba a la gente... La gente que llega por primera vez a la selección normalmente intenta no cometer errores. Raúl no. Tenía la inconsciencia del que quiere competir a su manera. Ponía su personalidad en el juego".
Pep Guardiola era uno de los jugadores más distinguidos del momento cuando se encontró con Raúl en una concentración. El actual entrenador del Barça no lo duda: "Es uno de los tres jugadores españoles más importantes de la historia", dice Guardiola. "El más competitivo. Me sabe mal que no haya estado en los momentos de más gloria de la selección. Él se lo merecía. Fue un grande, aunque no haya ganado títulos con España".
"De Raúl se me grabaron dos cosas por encima de las demás", dice Víctor Valdés, el portero azulgrana. "Una, que no podías dejar muerto un balón en el área porque siempre lo convertía en gol de la forma que fuera. Y dos, que fuese el partido que fuese, él te buscaba para darte la mano. Eso lo distingue como un grande".
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