Ganar dinero no cansa, agota
El consejero delegado de Lloyds se acoge a una baja por "fatiga extrema"
Si la ausencia de António Horta-Osório, por "razones personales", no suscitó especial atención el pasado martes, durante la comparecencia de los principales ejecutivos bancarios británicos ante un comité del Tesoro, la baja del consejero delegado de Lloyds provocó al día siguiente una suerte de terremoto en la City de Londres. El directivo portugués, que a principios de año tomó las riendas de una de las grandes entidades de Reino Unido en apuros, tras su plantón como estrella del Grupo Santander en las islas, ha acabado sucumbiendo a la "fatiga extrema". El gesto abre toda suerte de incógnitas cuando este banco, intervenido parcialmente por el Estado, se halla inmerso en una profunda reestructuración que definirá su futuro.
Apuesto y seguro, joven a sus 47 años para destacar entre los grandes gestores de la banca, Horta-Osório fue caracterizado por la prensa lusa como "el Mourinho del mundo de las finanzas" cuando tomó las riendas del banco distinguido con el logotipo del león. "Intenso e intimidador", "el hombre con la estrategia correcta para enderezar Lloyds", fueron otros de los apelativos que le impusieron los inversores a raíz de su plan para eliminar hasta 15.000 empleos, poner a la venta seis centenares de sucursales y recortar sustancialmente la presencia internacional de la firma. Ya en verano, admitía que su mujer y sus tres hijos se resentían de sus largas ausencias, incluso en domingo, mientras los medios británicos seguían haciendo cábalas sobre su sueldo. Los ingresos totales del ejecutivo en el presente ejercicio, que solo el informe anual de Lloys desvelará (se estiman en torno a los 12 millones de libras, 14 millones de euros, más acciones), no son superiores a lo que el portugués percibía del Santander, se apresuró a subrayar entonces la entidad participada en un 41% por el sector público.
El fichaje de António Horta-Osório (Lisboa, 1964) parecía cotizar su peso en oro cuando Lloyds consiguió arrebatárselo a Emilio Botín, su patrono desde que en 1993 le encomendara el Banco Santander de Negócios Portugal (BSNP) y, tres años después, las actividades del grupo bancario en el emergente mercado de Brasil. En la oficina londinense de Horta-Osório cuelga el boceto de un caballero que rescata a dos damiselas, metáfora de la fusión entre el Abbey (adquirido por el Santander) y las entidades Alliance & Leicester y Bradford & Bingley o, en otras palabras, de los planes del gran banco español en las islas.
En el arranque del nuevo milenio, ese puesto encarnaba la guinda en un currículo que arranca en la Universidad Católica Portuguesa, donde Horta-Osório se graduó en gestión y administración de empresas. En el último curso fue contratado (1987) por el Citibank. Cuatro años después concluía su MBA en la escuela de negocios francesa Instad, donde ganó el Premio Henry Ford II al mejor alumno. Pronto se produjo el salto hacia Goldman Sachs, un trabajo de alternancia entre Nueva York y Londres. Hasta el apretón de manos con Botín.
La imagen del ejecutivo que ahora proyectan los medios financieros tiene otra cara. Algunos compañeros han relatado la extenuación de Horta-Osório tras interminables sesiones de seguimiento de los mercados castigados por la crisis. Ahí se genera la pregunta: ¿Volverá a su puesto? En Lloyds vaticinan su regreso antes de las Navidades. Hasta entonces, han designado a Tim Tookey, directivo de la casa, como sustituto.
Pero a la espera de que se confirme o no el regreso del portugués el banco deberá responder a una pregunta: ¿Cómo explicar que un gestor interino pueda hacer el mismo trabajo que se esperaba del gran fichaje estrella?
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