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La crisis del euro | Los planes de Italia

Berlusconi adoptará más medidas en enmiendas a sus propios presupuestos

El presidente Napolitano fuerza al primer ministro a que tome nuevas iniciativas

Sin un discurso claro ni creíble, amenazado por sus socios en el Gobierno, enemistado con su ministro de Economía y cuestionado dentro y fuera de Italia, Silvio Berlusconi ya solo es capaz de tomar las medidas que le pide Bruselas bajo la presión directa del presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien ante la extrema gravedad de la situación saltó ayer al terreno de juego. El Gobierno decidió ayer a última hora, en un Consejo de Ministros muy tenso, no aprobar por decreto ninguna medida extraordinaria. Y a cambio introducirla en una enmienda a sus propios presupuestos, ahora en trámite parlamentario.

Napolitano, quien goza en Italia del respeto del que carece Berlusconi, citó ayer a consulta en el palacio del Quirinal a diferentes líderes políticos y a algunos miembros del Gobierno como el titular de Economía, Giulio Tremonti. Aunque apenas hubo filtraciones, todo parece indicar que el presidente de la República quiso saber de primera mano qué apoyos mantiene el primer ministro y si sería factible, como reclama la oposición, la constitución de un gobierno de emergencia. La situación, ya de por sí complicada, terminó de emborronarse cuando Umberto Bossi, líder de la Liga Norte y socio de Berlusconi, declaró con su prudencia habitual: "Haremos la revolución si se tocan las pensiones".

El clamor es general. A la debilidad de Italia se une la falta de credibilidad de su Gobierno. Berlusconi, obligado de pactar con unos y con otros para mantenerse en el poder —su única garantía de que los jueces no logren alcanzarlo con los procesos abiertos—, ha dado muestras sobradas de no tener un plan para salir de la crisis. De hecho, es revelador que pese a las jornadas de vértigo que está viviendo el país —señalado por los expertos como el próximo a transitar la senda de Grecia— ni él ni Tremonti, ni nadie con peso en su Gobierno haya abierto la boca. Se trata de un Gobierno mudo, noqueado, a remolque de los acontecimientos, incapaz de hacer los deberes que por pasiva y por activa le viene reclamando Bruselas. Y, antes que Bruselas, los agentes sociales. Anoche, el país solo miraba al Quirinal esperando la solución que el presidente de la República haya podido encontrar.

"Queremos agradecer a Napolitano", declaró Pierluigi Bersani, el secretario del izquierdista Partido Democrático (PD), "por la atención y el empeño que está demostrando en un momento crucial para el país". También acudieron a la cita informal con el presidente de la República representantes del centro político italiano. Pier Ferdinando Casini, líder de Unión de Centro, quien acudió al Quirinal en compañía de los representantes de Futuro y Libertad y de Alianza para Italia, explicó de forma muy clara la situación: "Las medidas corren el peligro de transformarse en sacrificios inútiles si no se quita el lastre principal: la falta de credibilidad de Berlusconi en la comunidad internacional". Traducción libre: Casini y el resto de los representantes políticos estarían dispuestos a apoyar un Gobierno de emergencia, liderado por quien sea salvo por Berlusconi.

El único balón de oxígeno para Berlusconi procedió del administrador delegado de la empresa energética Enel (propietaria de la española Endesa), Fulvio Conti, quien, sin salirse de la petición general de medidas urgentes, advirtió de que en Italia ya "existe un Ejecutivo" y que debe ser ese Gobierno el que tome las decisiones.

Silvio Berlusconi, junto al diputado Sestino Giacomoni, ayer en Roma.
Silvio Berlusconi, junto al diputado Sestino Giacomoni, ayer en Roma.ALEXANDRO DI MATEO (EFE)

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