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Ferran Torrent entrega una novela vertiginosa de "odio y venganza"

'Ombres en la nit' describe la Valencia real de 1947 como un nido de espías

Ferran Torrent quería hacer una novela con "el odio y la venganza como motores de la historia". Quería entregar a sus lectores un volumen que fuera una mezcla de thriller, de trama de espías, de acción, incluso de novela negra, en la que pudiera abordar sentimientos como la culpabilidad, la mala conciencia, el deseo de revancha. Y por ello eligió para su último título Ombres en la nit (Sombras en la noche) el holocausto como el origen, el trágico arranque, de una vertiginosa historia protagonizada por un gitano, Santiago Cortés, que sobrevivió al campo de concentración de Dachau.

Torrent (Sedaví, 1951) presentó a los medios en un restaurante de El Saler su último trabajo. Y describió Ombres en la nit (que publican a la vez las editoriales Bromera y Columna) como una novela en la que ha tenido que quitar más cosas que poner. Y es así porque quería que fuera una novela de fácil lectura, en la que el lector pudiera sumergirse sin distracciones en una historia de altas revoluciones. El escritor de Gràcies per la propina y de Societat limitada explicó ayer que, por ejemplo, su anterior novela Bulevard dels Francesos, era una obra mucho "más pausada", con un número mayor de páginas. Y aunque para Ombres en la nit, de poco más de 200 páginas, ha dedicado muchísimo tiempo a la labor de documentación sobre cómo era la Valencia de 1947, escenario y año en que se desarrolla su historia, Torrent aseguró que ha eliminado muchos datos: "Si ponía mucha información se cortaba mucho el ritmo; lo difícil de una novela no es poner, es quitar".

"Lo difícil de una novela no es poner, es quitar" datos, reconoce Torrent

De la trama de la obra Torrent no quiso apuntar mucho más de lo que proporcionan las editoriales en la sinopsis del libro. Cortés, el protagonista es un gitano valenciano, de Carcaixent, que había militado en el Partido Comunista Español y que regresa a Valencia en plena postguerra española y después de que la Segunda Guerra Mundial haya desperdigado por el mundo a una turba de nazis escondidos y amparados en países de nula calidad democrática, como la España franquista. Cortés se suma a una unidad clandestina dedicada a cazar y eliminar a esos nazis. Y por el arte de la literatura de Torrent, Valencia se convierte en el epicentro de una apasionada historia de espías, agentes aliados, asesinos, falsificadores y héroes de dudosa moral.

"No creo que Valencia fuera en aquella época un nido de espionaje, es una licencia literaria", confesó ayer Torrent. Y de hecho, algo debe saber del tema, puesto que ha dedicado muchísimo tiempo a documentarse para describir de forma fidedigna cómo era la Valencia de aquellos años, el tremendo frío de finales de aquel febrero, el ruido de los tranvías frente al hotel Metropol, los carteles taurinos de la plaza de toros de la calle de Játiva, los precios de las mercancías, los frecuentes cortes de luz, cómo vestía la gente ("entonces un hombre con abrigo y sombrero era el menos sospechoso"). Eso sí, ha dejado adrede (no quiso corregir) un error, una disonancia histórica que solo los lectores más atentos descubrirán.

El autor emplea este escenario para abordar un tema muy controvertido, el de la legitimidad del uso de la violencia en circunstancias excepcionales. Y quizá por ello se trata también de una novela psicológica en la que el protagonista se debate en la contradicción vital de sobreponerse al infierno sufrido y de usar la venganza como único objetivo: "Si yo hubiera vivido en un campo de concentración, el odio sería lo que me mantendría vivo".

Ante la posible comparación de la trama con la de la película de Quentin Tarantino Malditos bastardos, Torrent explicó que la vio después de escribir su obra. Y sobre que el personaje sea de Carcaixent, solo dijo que sonaba bien: "No iba a poner que era de Sedaví, me hubieran perseguido por todo el pueblo".

La última novela de Torrent supone para Bromera el volumen número 200 de su colección L'Eclèctica. Y sale al tiempo, y casi en el mismo formato, que la edición de Columna, para no solapar los mercados valenciano y catalán.

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