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Demasiados príncipes

La numerosísima familia real saudí ha asistido a la designación de Nayef como heredero a sus 78 años

Ángeles Espinosa

La designación del príncipe Nayef como heredero al trono de Arabia Saudí ha carecido del glamour que suele acompañar a estos eventos. Por un lado, entre el blanco y rojo de las túnicas y los tocados que mostraban las imágenes de la televisión saudí no había ninguna princesa a la vista. Por otro, a sus 78 años, Nayef es como su predecesor, un hombre enfermo (se dice que padece leucemia), cuyo nombramiento tiene más que ver con la lucha por el poder dentro de la familia real que con el papel representativo y simbólico de las monarquías europeas.

A diferencia de lo que es habitual en el resto del mundo, en el reino que fundara Abdelaziz ibn Saud en 1932, el trono ha ido pasando de uno a otro de sus hijos (varones) desde su fallecimiento en 1953. Y dada la política de alianzas matrimoniales que ejerció el patriarca, aún quedan con vida 15 de la cuarentena de vástagos que procreó.

Según el analista mai yamani, es "la gerontocracia decadente"

Ahí radica el problema que la analista Mai Yamani ha calificado de "gerontocracia decadente". Descartado el príncipe Mesha'al, de 85 años, que no ha mostrado interés en el ejercicio directo del poder, el siguiente en la línea de sucesión sería el príncipe Salman, actual gobernador de Riad, de 75. En definitiva, que dada la edad y estado de salud de la primera generación de la realeza saudí, es previsible que muera un monarca cada dos o tres años, mientras los restantes hijos de Abdelaziz van sucediéndose en el trono.

Resulta tentador comparar el panorama con los años finales de la Unión Soviética, cuando el poder de un líder enfermo a otro, con la consiguiente parálisis política. Para Yamani, autora de Cradle of Islam (I.B.Tauris, 2004) e hija del carismático ex ministro de Petróleo Zaki Yamani, la situación señala el principio de un período de incertidumbre para el reino.

Algunos observadores estiman que ese riesgo podría haberse evitado si el Consejo de Lealtad creado por el rey Abdalá en 2006 hubiera dado el salto generacional que exige un país donde el 60% de la población tiene menos de 30 años. En ese conciliábulo familiar están representados los hijos aún vivos de Abdelaziz y los más relevantes entre los descendientes de los fallecidos. Aunque no está claro cómo funciona y ésta sería la primera vez que se ha reunido, se entiende que los participantes tenían la opción de refrendar la propuesta del rey o presentar un candidato alternativo.

Los derechos al trono de los nietos, la mayoría entre los 50 y los 70 años, fueron reconocidos en marzo de 1992 por el entonces rey Fahd. Sin embargo, las luchas internas entre las distintas ramas familiares bloquean ese salto. Cada grupo espera que llegue al trono un rey que favorezca su linaje.

Por supuesto, oficialmente, no existen tales diferencias. Pero la falta de transparencia de todo el proceso genera especulaciones. No hay más que asomarse a cualquier foro de Internet para ver cómo lo que hasta hace unos años eran cotilleos en voz baja entre las élites ha pasado a debatirse de forma abierta.

Hay además hechos innegables. Cada alteza real se ha encargado de colocar a sus hijos favoritos en puestos clave, hasta convertir su área del Gobierno en un feudo familiar. Así, el rey Abdalá ha colocado a su hijo Mitaeb al frente de la Guardia Nacional, que el mismo dirigió hasta 2010. El fallecido Sultán deja a Jaled en la línea de salida para heredar el Ministerio de Defensa y a Bandar, el antiguo embajador en EEUU, al frente del Consejo de Seguridad Nacional. Nayef también ha preparado a su hijo Mohamed para ser el próximo ministro del Interior y acaba de llamar a Saud, hasta ahora embajador en España, como apoyo bajo el enrevesado título de "consejero del vicepresidente segundo del Consejo de Ministros y adjunto del ministro del Interior para Asuntos Generales".

Los saudíes parecen preocupados. Dada la costumbre de los matrimonios múltiples, su familia real ha crecido mucho desde 1932. Se estima que hay un príncipe por cada 1.000 súbditos (frente a uno por cada cinco millones en el Reino Unido).

A la izquierda, el rey Abdalá. A la derecha, su hijo Mitaeb.
A la izquierda, el rey Abdalá. A la derecha, su hijo Mitaeb.REUTERS / AFP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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