Esta escultura no es la misma
Los artistas reclaman mayor protección de las obras que pasan a manos públicas y privadas - La vía judicial supone la última opción para lograrlo
Las esculturas son una de las creaciones artísticas más vulnerables en las plazas, paseos, parajes naturales y exposiciones al aire libre de pueblos y ciudades. El paso del tiempo no solo deja huella en el hierro, la madera o el mármol, la mano del hombre también provoca desperfectos, la mayoría de la veces intencionadamente.
Desde pintadas, destrozos, hurtos, a las controversias por la ubicación de una escultura, la casuística que obliga al artista o a sus herederos a seguir velando por la integridad de sus obras es amplia y variada una vez que pasan a manos de instituciones públicas y privadas. ¿Cómo se hace valer el derecho moral de un artista cuando ya no es propietario de su obra? ¿Hasta qué punto se protegen las adquisiciones artísticas? Son muchos los frentes abiertos. En este sentido, los artistas reclaman mayor sensibilidad y respeto hacia su trabajo y denuncian el atropello que sufren los bienes culturales.
Koldobika Jauregi pide al Ayuntamiento de Tolosa una indemnización
Los Chillida reclaman medidas para sus obras en Gernika y Sevilla
El escultor Koldobika Jauregi (Alkiza, 1959) ha vivido varios episodios a lo largo de su trayectoria artística en los que sus esculturas han sido objeto de agresiones, algunas fortuitas, otras intencionadas. Desde esculturas pintadas con pintura fucsia en una exposición al aire libre en Ordizia, un coche que se llevó por delante parte de un conjunto escultórico en una rotonda del barrio donostiarra de Intxaurrondo hasta una escultura comprada por los vecinos de Martutene que desapareció sin dejar rastro.
El artista guipuzcoano tiene abierto un proceso contra el Ayuntamiento de Tolosa por la desaparición de parte del mural que el artista pintó hace 23 años en el techo de la plaza de Justicia en la localidad guipuzcoana durante las obras de la rehabilitación del edificio donde se encuentra el Topic, Centro Internacional de Títeres. La obra fue un proyecto ideado junto a otros tres artistas. Jauregi ha reclamado al consistorio una indemnización por los daños ocasionados.
"Nadie ha tenido la suficiente delicadeza como para avisar o desmontar los murales. Se iniciaron las obras sin contar con ello. No se ha respetado la propiedad intelectual ni nada", denuncia. "El atropello del patrimonio, de la cultura, es constante. Es más que una violación del derecho a la propiedad intelectual, es una incultura. Los ayuntamientos y los políticos son los primeros que deben dar ejemplo ante la barbarie", añade.
No es el único artista que ha defendido con uñas y dientes su obra. El escultor Andrés Nagel (San Sebastián, 1947) recorrió hace dos años todas las posibles vías judiciales para que se reconociera que el cambio de ubicación de su escultura La Patata que planteó en su día el Ayuntamiento de Amorebieta vulneraba sus derechos de autor.
En un plano más cooperativo está el Museo Oteiza, que apuesta por un trabajo conjunto con las instituciones en la conservación de las obras. En varias ocasiones ha participado como asesor técnico en la rehabilitación de esculturas de Jorge Oteiza (Orio, 1908-San Sebastián, 2003).
En 2005, se llevó a cabo la recuperación del entorno donde se encuentra la obra Homenaje al Padre Donostia (1959) en el monte Agiña con la colaboración de la Sociedad Aranzadi y el Ayuntamiento de Lesaka. Durante 2010, los técnicos de conservación del Museo Oteiza colaboraron con el Ayuntamiento de Pamplona en la restauración de las seis obras del escultor en la capital navarra. "Es el propietario quien tiene que velar por la pieza pero nosotros tenemos el derecho moral de insistir", señala el museo que valora de forma satisfactoria haber promovido acciones conjuntas.
En el caso del escultor Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924- 2002), sus herederos han tenido varios encontronazos con la obra pública. Actualmente, no tienen ningún pleito legal abierto, pero sí lo tuvieron en su día con el Ayuntamiento de Toledo. El motivo, la colocación de una escultura en una plaza que acabó como aparcamiento de coches.
En los últimos meses, la familia Chillida ha estado en contacto con los Ayuntamientos de Gernika y Sevilla por la situación de dos obras. En el caso de Tolerancia (1992), en la capital andaluza, se colocaron carriles de bicis, soportes para textos y bolardos con posterioridad a la inauguración. Algunas jardineras se han retirado, pero se mantienen el carril bici y los monolitos que soportan los textos, "lo que desvirtúa el espacio en que se colocó y se acordó", dice la familia. El caso más doloroso para los Chillida es el de las dos esculturas de Gernika. Gure aitaren etxea y Estela de Guernica I (1987), en las que no se ha realizado ninguna actuación que desvirtúe la obra, pero se denuncia el estado de abandono (pintadas) y la falta de vigilancia de las mismas. En ambos casos, la familia mandó en septiembre a los respectivos ayuntamientos una carta exigiendo que se tomen medidas.
Qué dice la ley
- Según la Ley de Propiedad Intelectual, el derecho de autor es un término jurídico que describe los derechos concedidos a los creadores por sus obras literarias y artísticas. Incluye derechos morales que equivalen al derecho de reivindicar la autoría de una obra y al derecho de oponerse a modificaciones de la misma que pueden atentar contra la reputación del creador. El artículo 41 especifica que las obras de dominio público podrán ser utilizadas por cualquiera, siempre que se respete la autoría y la integridad de la obra.
- VEGAP, la sociedad de autores que gestiona de forma colectiva en España los derechos de propiedad intelectual de los creadores visuales, se ha encargado de obras de Nagel y Chillida, entre otros artistas.
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