Los ingresos públicos se estancan por el frenazo económico

El entusiasmo con que los gobernantes defienden la meta de déficit público para este año se difumina con cada nuevo dato conocido. Los desequilibrios que acumula el Estado en los nueve primeros meses del año ascienden a 37.016 millones de euros, el 3,42% del producto interior bruto (PIB). Más que la cifra en sí -el objetivo anual es del 4,8%-, preocupa uno de sus componentes, los ingresos, que han frenado en seco hasta septiembre. Aunque la reducción del gasto sí se ajusta a lo previsto, un incumplimiento en los ingresos, unido a la más que probable desviación autonómica, aleja un poco más el santificado objetivo del 6% de PIB en el conjunto de Administraciones públicas para 2011.

La reducción del gasto se ajusta a lo previsto pero no suben los ingresos

El déficit se ha acelerado respecto a agosto pero Hacienda lo atribuye esencialmente a un cambio metodológico que contabiliza los ingresos y los gastos de forma más equilibrada a lo largo del año en lugar de concentrarlos en el tramo final. El proceso va "en la senda correcta, de conformidad con nuestras previsiones", valoró ayer el secretario de Estado de Hacienda, Juan Manuel López Carbajo, en la presentación de estas cifras. Sin embargo, al abundar en el papel clave que desempeñan las comunidades en la cifra global, la vehemencia es menor: "No me gusta hacer futurología. Esperemos, por el bien de todos, que todos cumplamos", pidió el responsable de las cuentas públicas. Las comunidades ya han consumido en medio año casi todo el déficit asignado para el ejercicio, aunque López Carbajo vaticinó una mejoría en el tercer trimestre.

Más allá del desempeño autonómico, la debilidad de la economía impacta de lleno en las cuentas públicas. Los ingresos han caído un 6,5% en septiembre, de forma que la mejora acumulada a lo largo del año se convierte en un frenazo: el total sube un 0,8% y si se toman los derivados de impuestos, los más importantes, el resultado es una práctica congelación (avance del 0,5%). Destaca especialmente el IVA, un buen termómetro del consumo, que apenas despega el 2% tras muchos meses de crecimientos muy abultados. A ese empeoramiento ha contribuido el retroceso en el gasto de familias y empresas y también que en la segunda parte del año se diluye el efecto de la subida de tipos aplicada en julio de 2010.

El secretario de Estado confía en el impuesto de sociedades, en caída libre desde que arrancó la crisis, para animar las cifras en el último tramo del año. El motivo es que en octubre, cuando las sociedades ingresen el próximo pago fraccionado del año, ya regirán las novedades que aprobó el Gobierno en verano (básicamente, un aumento de las entregas a cuenta que se descontarán de la liquidación final y límites a los gastos financieros deducibles y a la compensación de pérdidas empresariales de otros años, que tanto laminan el impuesto).

Mejores augurios ofrece la evolución del gasto, que cae casi el 20% en lo que va de año. El secretario de Estado mantuvo que a final de año habrá un colchón de 2.000 millones sin utilizar en el capítulo de gastos financieros (el coste de la deuda pública), como adelantó la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado. Y ello a pesar de que hasta septiembre la partida de intereses sube casi el 6%. López Carbajo rehusó explicar esos cálculos y, más importante aún, renunció a detallar el recorte adicional de gasto de 654 millones que anunció Salgado para compensar desviaciones en otros capítulos. El responsable de Hacienda aseguró tener la distribución de cómo afectará a los ministerios, pero no quiso facilitarla.

Además de las cuentas del Estado, la Seguridad Social informó ayer de un superávit del 0,47% hasta septiembre, aunque ese margen ha caído casi a la mitad respecto a 2010. Este organismo se muestra convencido de que cerrará el año con superávit (la previsión son cuatro décimas), pero la reducción de ingresos (2,9%) y el aumento del gasto hasta septiembre (casi el 2%) cuestionan el objetivo.