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La crisis no afecta al ministro de Exteriores alemán

Westerwelle y su marido se compran en Palma una casa de dos millones

A Guido Westerwelle la crisis económica no parece afectarle. Al menos eso se desprende de su reciente adquisición inmobiliaria. El ministro de Exteriores alemán se ha comprado una casa valorada en dos millones de euros en Son Vida, una de las zonas más exclusivas de Palma de Mallorca. Y las críticas no parecen preocuparle. Él está acostumbrado. Ante la profunda crisis del partido liberal FDP, Westerwelle se hizo fuerte en el Ministerio de Exteriores, que ocupa el segundo mayor edificio de Berlín. Sus adversarios políticos lograron desbancarlo de la presidencia del FDP y hasta de la vicecancillería federal, pero él resiste en la mastodóntica sede ministerial. Había serias dudas sobre su permanencia cuando, este verano, el jefe de la diplomacia alemana decidió buscar una casa en Palma de un tamaño respetable: 400 metros cuadrados construidos en una superficie de 2.000 metros.

El semanario insular Mallorca Zeitung explica que la mansión de Westerwelle y de su marido Michael Moronz apenas se ve desde la calle y ofrece al ministro la misma privacidad que encontró en la casa que solían arrendar muy cerca de allí. En sus vacaciones a la pareja le gusta jugar a golf y visitar galerías de arte, ya que son coleccionistas.

La isla balear, cuyo nombre muchos alemanes pronuncian "Malorca" o apocopan en un cariñoso "Malle", es un destino vacacional muy apreciado por gente de la farándula, los deportes y la política alemana. Además, la abundancia de vuelos de bajo coste y la variada oferta hotelera hacen de Mallorca un destino atractivo para cualquier bolsillo. Un local conocido como Ballermann 6, germanización cacográfica de Balneario nº 6, es sinónimo para el tipo de vacaciones de supuesta sangría en cubos, quemaduras solares y parranda. Una broma muy extendida dice que Mallorca es el "decimoséptimo land" alemán.

La casa de Westerwelle y Mronz tiene una piscina propia de 60 metros cuadrados. Se evitarán así dejar recuerdos tan penosos como el affaire Mallorca del socialdemócrata Rudolf Scharping (SPD). El a la sazón ministro de Defensa permitió hace 10 veranos que una revista publicara sus amorosos arrumacos con la condesa Kristina Pilati von Thassul zu Daxberg-Borggreve en una piscina mallorquina. Mientras, en Berlín se debatía el envío de tropas a Macedonia, Scharping se convirtió entonces en el hazmerreír del Gabinete de Gerhard Schröder, que tuvo que dejar meses más tarde.

Son Vida, donde está la casa de Westerwelle (izquierda) y su marido.
Son Vida, donde está la casa de Westerwelle (izquierda) y su marido.CORDON PRESS

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