¡Tenemos memoria de pez!
Hace escasos meses que las fuerzas sociales y políticas defendían y aplaudían la llegada del AVE a Valencia. Según sus propias declaraciones, se trataba del hecho más relevante e importante que le había sucedido a la sociedad valenciana en muchos años. Hoy nadie quiere saber que no se han cumplido las expectativas, o lo que es lo mismo los ingresos no cubren los costes y terminamos pagando todos los españoles, usuarios y no usuarios.
Pocos meses después, para esos mismos representantes sociales "el hecho más importante en los últimos 25 años" es la construcción del corredor mediterráneo. Sin embargo, no deseamos acordarnos que fue en el año 2003 con Loyola de Palacios como vicepresidenta de la Comisión y Comisaria de Transportes y Energía, cuando el corredor mediterráneo no se incluyó en la Plan de Redes Transeuropeas. Seguramente no debía ser tan importante y vital. Definitivamente, tenemos memoria de pez.
Estoy de acuerdo con el Sr. Federico Félix en lo importante que el corredor puede ser, será, para la economía valenciana y también para la española. Pero no puedo estar de acuerdo con el uso que hace de las palabras: las palabras no son inocentes. Ni el AVE era, como se vaticinaba, la solución a nuestros problemas, ni el corredor lo será tampoco. Se trata de infraestructuras que cumplen una función, "la de transportar mercancías y/o personas" (siempre que alguien ponga las mercancías y los usuarios) y que son condición necesaria, pero nunca serán suficientes para alcanzar todas las bondades que se nos quieren vender. Suficientes para generar un cambio de modelo productivo. Suficientes para ser solución a todos los problemas económicos de este país. Suficientes para crear riqueza.
Es cierto que se trata de una infraestructura necesaria para que nuestro puerto sea más competitivo, creando una masa de transporte crítica que le haga superar umbrales que ahora tiene complicado superar, y para acercar nuestra industria a Europa y a otros mercados. Pero existen algunas preguntas que, sin ser retóricas, siempre quedan sin respuesta: ¿de qué mercados hablamos?, ¿no beneficia también esa infraestructura a nuestros competidores? ¿quién la pagará?, etc. Respecto de los mercados, nuestra industria (¿?) tiene en el puerto (ese sí que ha sido el mayor acierto en los últimos 25 años y que obviamente requiere de otras actuaciones) una grandísima y competitiva infraestructura para llegar a otros mercados, pero no llega: ¿cuál es el problema? Nuestros competidores también utilizarán el mismo corredor, lo que cambiará las reglas de la competencia: ¿estaremos preparados? Y por supuesto, lo pagarán Bruselas y todos los españoles, para eso sigue rigiendo en nuestro país el principio de solidaridad (aunque no sabemos por cuánto tiempo): ¿participará la iniciativa privada con sus recursos?
En cuanto a la afirmación de que "... el corredor mediterráneo no puede ser considerado una carga para el país, sino la principal solución a nuestros problemas económicos y fiscales", solo hay que decir que la inversión siempre es una carga, otra cosa es que los beneficios podrán superar a los costes y otra cosa es que sin corredor, posiblemente, la dorsal mediterránea no tendrá futuro como economía. Es cierto que se trata de una infraestructura vital, pero ahora más que nunca hay que ser extremadamente prudentes con el proyecto, especialmente si cada vez Bruselas aporta menos recursos.
Finalmente, no creo que sea mucho pedir que dejen de lado tanta exageración y demagogia, ya que las palabras se quedan vacías de contenido y solo pueden ahondar más en la frustración de la población. ¿Tan poca credibilidad tienen ya las fuerzas políticas y sociales que si no es con este tipo de declaraciones no son capaces de hacerse oír?
Óscar Álvarez San Jaime es profesor de Análisis Económico de la Universitat de València.
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