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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La inventiva más pura

J. Ernesto Ayala-Dip

Una de las acepciones que da el María Moliner del vocablo "conversación" es "manera de conversar: una conversación amena". Precisamente así se titula el nuevo libro de Gonzalo Hidalgo Bayal, Conversación. Cinco voces que tienen cada una de ellas un auditorio expectante. Claro que a primera vista pareciera que nadie usa su derecho de interlocutor, como sería normal en toda conversación. Y más si esta es amena. Pero tampoco hay interlocutores en algunas novelas de Joseph Conrad, por ejemplo en Lord Jim, donde todo el extenso relato que abarca horas se desarrolla sin interrupción. Las cinco voces de los cinco relatos del escritor extremeño se expresan largo y tendido, empecinados narradores de su propia experiencia, como absortos en su propia voz, como si fueran ellos los que escucharan los relatos de otros. Si uno se pusiera en el lugar de los que escuchan las cinco historias, seguramente tampoco interrumpiría, tal es el interés que suscitan los relatos, bajo cuya aparente amenidad asoma tímidamente una faceta turbadora, un gratificante desconcierto que a medida que se lee (o se escucha) resulta más verdadero y humano.

Conversación

Gonzalo Hidalgo Bayal

Tusquets. Barcelona, 2011

238 páginas. 17 euros

Más información
"En la perversión del bien también está la maldad"

Conversación reúne cinco relatos: 'Kalé heméra', 'Corzo', 'Aquiles y la tortuga', 'Monólogo del enemigo' y 'Reparación'. Las cinco piezas solo atienden a la inventiva más pura. Cada historia comienza casi como una anécdota y termina siendo una desolación, una locura o un absurdo. La digresión lingüística que acompaña a cada relato, con sus fugas sintácticas que arrancan la correspondiente sonrisa o estupor, son parte consustancial de un mecanismo ficcional que funciona con la excelencia de los mejores libros. El más corto de los relatos del volumen, 'Kalé heméra', es una de las historias de amor fugaz mejor contada que leí en los últimos tiempos. Es un relato de corte realista con una carga de tanta delicadeza y serena tristeza, que uno tiene la sensación de que después de su lectura ha aprendido algo nuevo de los encuentros entre un hombre y una mujer. 'Corzo' es un relato conradiano. Por momentos me recuerda a algunos personajes agónicos de los cuentos de Horacio Quiroga: la misma maldición existencial, una parecida hermandad con la naturaleza. Termina con un interrogante. La duda ante lo indescriptible. La dialéctica irresoluble entre civilización y barbarie. Y su nudo atesorando toda la pericia narrativa del autor de Paradoja del interventor. En 'Aquiles y la tortura' asistimos a la representación de un destino diferente a todos los que podamos imaginar. Un destino singular el de Petrus, un candidato firme a la sabiduría universal, una reencarnación de los filósofos presocráticos, un campeón de la especulación ontológica. Todo hasta que un día el omnímodo Pretus trueca su glorioso futuro por el de un exitoso empresario de la industria textil. En este cambio imprevisible estriba la ironía de esta pieza, incluso su humor de reminiscencias borgeanas. 'Monólogo del enemigo' es un relato moral pero concebido, como todos los relatos de esta naturaleza, desde las inmoralidades en que incurren sus dos protagonistas. Es también el relato de una perversa dialéctica. O enfermiza fraternidad. Y nos queda el último cuento del volumen, 'Reparación'. Aquí el narrador se sitúa en una perspectiva muy parecida a la que ocupaba Cary Grant en la película de Alfred Hitchcock La ventana indiscreta. El narrador tiene controlada la vida de un posible reparador, su vida laboral. Solo puede narrar de su reparador lo que ve de él y lo poco que tiene relación con su vida laboral: gente que entra y sale, a la que apenas ve en un exiguo perímetro rodeado de ángulos ciegos. Un monólogo delirante que en su fraseo acusa el vértigo prosístico de Beckett. O esa fina tela de humor y absurdo que nos recuerda a veces a Enrique Vila-Matas. Gonzalo Hidalgo Bayal ha escrito un libro singular. Y lo ha hecho con algunas tradiciones narrativas y, sobre todo, con el empeño de un paradigma narrativo distinto.

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