Paisajes de mar y celuloide
El Festival de Cine de Lisboa y Estoril atrae a la costa portuguesa a los amantes de las películas y la buena vida
La quinta edición del Festival de Cine de Estoril (del 4 al 13 de noviembre) da este año un salto hasta Lisboa y amplía programación. La crisis económica ha obligado a buscar alternativas, y en este nuevo escenario nace el Festival de Cine de Lisboa y Estoril. Habrá más actividades, que irán "en beneficio del público y de la región", asegura Paulo Branco, director del festival, a quien algunos consideran el salvador del cine portugués. Las cifras hablan. En 30 años ha producido más de 200 películas, con Manoel de Oliveira, Wim Wenders, Raúl Ruiz, Alain Tanner, João César Monteiro y Sharunas Bartas en su lista de realizadores.
"Es una región muy especial para mí", dice Paulo Branco en su despacho, cabello desaliñado y bigote prominente. Hay trasiego en las oficinas del productor portugués, en el barrio lisboeta del Chiado. Aquí se cuece el festival, por el que han desfilado en ediciones anteriores David Lynch, Pedro Almodóvar, Paul Auster, Francis Ford Coppola, David Cronenberg, Juliette Binoche, John Malkovich, Baltasar Garzón, Dominique de Villepin y David Byrne, entre otros.
"Es una de las zonas más bonitas del mundo", dice convencido el cineasta, apasionado de los caballos, que acostumbra a hacer excursiones hípicas de 30 o 40 kilómetros por el eje del parque natural de Cascais, Sintra, Guinxo, Cabo de Roca... Hablamos de una zona muy ligada a la actividad cinematográfica de Branco como productor de las películas dirigidas por Wim Wenders (Lisbon story) y Raúl Ruiz (Mistérios de Lisboa). Lisboa es una ciudad única, cinematográfica, con el eléctrico (tranvía) número 28 adentrándose en los barrios más cargados de historia, que inmortalizó en 1983 el realizador suizo Alain Tanner en la película En la ciudad blanca.
Hay que caminar, pisar la ciudad, sugiere Paulo Branco, para descubrir tesoros como el mirador de Santa Luzia, en Alfama; el monasterio de San Vicente de Fora, en el barrio de Graça, o rincones más prosaicos pero no menos reconfortantes como los restaurantes Primero de Mayo y A Camponesa, en el Barrio Alto. Una visita al mirador de Santa Catarina, con una de las mejores vistas de Lisboa, permite una incursión a la antigua Casa de los Marineros Mercantes, hoy transformada en el café-restaurante Noobai (de la expresión caboverdiana Nu Bai, que significa "nos vamos").
La oferta gastronómica es de alto nivel, asegura Branco. "Aconsejo Mar do Inferno, un restaurante junto al mar; el Costa de Estoril, al pie del casino, y el Mandarín, dentro del casino, que es probablemente el mejor restaurante chino de Portugal. Además, el clima permite ir a la playa hasta el mes de noviembre". La lista de recomendaciones incluye el fado, que puede escucharse en el restaurante Mesa de Frades. En este local de Alfama es posible escuchar a fadistas del nivel de Camané o la actriz Catarina Wallenstein. "Durante el festival de cine habrá fados todas las noches".
Paulo Branco ha vivido a caballo entre Lisboa y París. "Es la combinación ideal. París es trabajo y cultura; Lisboa es calidad de vida". Son ciudades extremadamente cinematográficas, en las que el cineasta se mueve como pez en el agua. París es siempre París, como ha demostrado Woody Allen en su última película. Y en cuanto a Lisboa, Branco siente el orgullo de haber aportado su grano de arena a la dimensión cinematográfica de la ciudad. El director del Festival de Lisboa y Estoril vivió muchos años en el barrio histórico de Graça. Ahora, su residencia está al otro lado del río, en Alcochete, un antiguo pueblo de pescadores con unas salinas, donde tiene una casa de campo. "Es la puerta de entrada de la reserva natural de Alentejo y está a diez minutos de Lisboa", dice con orgullo.
La apuesta de abrir el festival de cine más allá de Estoril no es solo económica. "Queremos asociar espacios emblemáticos, de placer y de reflexión, y transformar el festival en una especie de Davos de la cultura". Así se explica la presencia en la edición de este año de autores que no solo tienen relación con el cine, como los artistas plásticos Matthew Barney y Miquel Barceló, el fotógrafo Kai Wiedenhöfer (autor de Gaza 2010), los directores de fotografía Peter Suschitzky y Christopher Doyle, el músico somalí K'Naan, la cantante Sophie Auster (hija de Paul Auster), el violinista Gidon Kremer y el ministro francés de Cultura, Frédéric Mitterrand. "Nunca he pagado un centavo a los invitados, ni pago aviones privados", asegura Branco, que con su poder de seducción ha sido capaz de conseguir la presencia de Coppola para presentar Tetro. "El avión privado se lo pagó de su bolsillo".
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