Argilagos niega que sea un "prófugo" e insiste en declarar en EE UU sobre el 'caso Balenciaga'
"¿Qué me quieren detener? Es la primera noticia que tengo". Con estas palabras recibió ayer por teléfono el arquitecto cubano Julián Argilagos (La Habana, 1951) la noticia de la euroorden de detención contra él dictada por el juzgado de Instrucción número 1 de Azpeitia hace unas semanas. Argilagos es el único de los tres imputados en el caso Balenciaga que no ha prestado aún declaración pese a varios intentos fallidos. Está acusado de administración desleal e intrusismo profesional al no tener convalidado su título de arquitecto en España.
Argilagos afirma que el 15 de septiembre recibió una carta del Departamento de Interior en la que se le "requiere para tomar declaración" y se le pide los datos "correo electrónico y postal para mandarle la correspondiente citación".
El arquitecto cubano, que vive en Miami, lleva meses pidiendo declarar desde EE UU. "La Ertzaintza sabe dónde vivo. Yo mismo les reenvié toda la información que necesitan pero no puedo ir a declarar a España porque, insisto, no tengo dinero para trasladarme. Por eso, quiero declarar en EE UU. Si me quieren venir a detener que vengan, yo estoy tranquilo", señala Argilagos a EL PAÍS. "Mi detención sería ilegal porque no soy un criminal y no soy prófugo de la ley. Vivo en mi casa y la policía vasca tiene mi dirección", añade.
En junio se fijó una fecha para tomarle declaración a través de una videoconferencia pero según la Ertzaintza no se pudo poner en contacto con el imputado. Sin embargo, la Fiscalía cree que el arquitecto no ha hecho "esfuerzo alguno" por comparecer ante la Justicia española, tal y como recogen algunos medios.
Los requerimientos para que Argilagos declare tanto por parte de la Comisión parlamentaria que investigó el caso como el juzgado de Azpeitia han caído en saco roto tras alegar enfermedad, falta de representación legal o no disponer de dinero para el viaje.
"Vivo sin agua y sin luz. He conseguido no perder mi casa pero no encuentro trabajo porque me destrozaron la vida y mi imagen. Ahora, soy feliz porque se inauguró el Museo Balenciaga", afirma.
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