"Hay compañeros españoles un poco anquilosados"
Para un científico joven, pocos reconocimientos hay mayores que recibir un premio del presidente de Estados Unidos por el gran potencial de sus investigaciones. A José Carlos Flórez, médico español que busca nuevos métodos para tratar la diabetes tipo 2, le ocurrió el viernes. Ese día, momentos antes de conocer a Barack Obama, se reunió con este diario en un lugar emblemático de Washington, el restaurante Old Ebbitt, junto a la Casa Blanca. En esa comida describió su objetivo y el de numerosos científicos del campo de la genética: generalizar la codificación de la secuencia del ADN para tratar enfermedades de forma individualizada.
Flórez nació en New Hampshire, de padres españoles, en 1966. Su familia volvió a España dos años después, pero él regresó a EE UU en 1984. Se doctoró en neurociencia por la Universidad Northwestern de Chicago. Ahora es médico en el hospital General de Massachusetts e investiga, en la Universidad de Harvard, posibles tratamientos, personalizados a través la secuenciación genética, de la diabetes 2, cuya causa se ignora y que se ve agravada por factores como la alimentación.
El médico ha sido premiado por Obama por su investigación sobre la diabetes
El galardón que Obama les ha concedido a Flórez y otros 93 investigadores, el Premio Presidencial al Principio de Carrera de Científicos e Ingenieros, supone un reconocimiento y, a la vez, un gran peso. Ahora sus experimentos deben dar resultados. El contexto de la investigación en Norteamérica, asegura, es propicio para ello, por su gran competitividad.
"En EE UU se está a años luz de lo que ocurre en España, por muchas razones", explica. "Hay compañeros españoles un poco anquilosados. Es el problema de la ciencia en un mundo universitario que es público, de funcionarios, con cátedras concedidas y en el que no se considera la productividad como una razón para que una persona siga en esa cátedra. En EE UU, el mérito, el buen trabajo y el buen hacer se recompensan".
Flórez pide una ensalada de marisco, pese a la abundancia de hamburguesas y filetes en el menú. Come lentamente, como aconsejan los doctores. Algo excepcional en EE UU, cada día deja su laboratorio a las seis de la tarde, para acudir a casa y cocinar la cena para su familia. Platos, frecuentemente, españoles. "En España se come mucho mejor, porque no se abusa de los dulces, se come más fruta y verdura, y los alimentos están menos procesados".
Su historia, a pesar de que tiene doble nacionalidad, es la de muchos inmigrantes que han triunfado en América. Cuando llegó, en 1984, tuvo que unir un préstamo, una ayuda de sus padres y dos becas para poder pagarse los estudios. Además, tuvo que trabajar durante los primeros años de facultad. Pese al tiempo dedicado a la medicina y a la ciencia, Flórez no se pierde en tecnicismos. Es excepcionalmente divulgativo, resultado de tratar a diario con pacientes.
"Es una ventaja para nosotros que el ADN sea inmutable", dice. "Las variantes genéticas nos permitirán predecir enfermedades. Podremos diseñar tratamientos efectivos, almacenando esa información en un chip, que solo se fabricará una vez en la vida del paciente. Por eso, su coste será mínimo. Será un informe médico que se podrá compartir con el endocrino o el neumólogo, para que decidan cuál es el tratamiento más adecuado. Puede que estemos a cinco o 10 años de ese momento".
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