Diálogo contra desahucios

Los desahucios mostraron ayer en dos casos su única cara amable: la de no consumarse, la de las soluciones consensuadas. Aurelia Gigirey, una mujer de 68 años y origen gallego, respira hoy algo más tranquila después de que un juzgado vitoriano haya suspendido el segundo intento de subastar su vivienda, previsto para el lunes, según pudo confirmar EL PAÍS. Ahora queda seguir negociando con la Caja Vital y con las instituciones para alcanzar un acuerdo.

En julio se pospuso una primera subasta -por las protestas sociales, según el 15M, por errores de procedimiento, según la Caja Vital- para pagar una deuda que pesa sobre Aurelia. Su piso, situado en una calle del casco viejo vitoriano, iba a ser embargado después de que esta mujer, junto con su hija y la pareja de esta, firmaran un crédito con la Caja Vital para que los dos últimos pusieran en marcha una panadería. El vecino de Aurelia, Manuel, avaló a la mujer por la amistad que los unía.

Aurelia negocia con la Vital y con instituciones para lograr un acuerdo

El molino del caserío de Berango será declarado patrimonio histórico

Pero, según explicó esta jubilada en julio, su hija dejó de pagar la hipoteca y los pagos de Aurelia no fueron suficientes, lo que llevó a la caja a ejecutar la deuda. En estos casi tres meses, Aurelia ha seguido buscando personas interesadas en comprar su piso para poder pagar la deuda, sin resultados.

Fuentes de Vital confirmaron ayer que se ha suspendido la subasta. Portavoces del 15M añadieron que esta mujer, la caja y varias instituciones públicas -que evitaron detallar- están negociando para lograr una solución "beneficiosa para ambos [Aurelia y su vecino Manuel]". Eso sí, rechazaron dar detalles para evitar comprometer las conversaciones.

El caso de Aurelia Gigirey es uno de los cada vez más habituales procesos de desahucio. De hecho, cada día en Euskadi siete familias sufren una situación de este tipo, lo que ha llevado al Gobierno vasco a anunciar que estudia la creación de un servicio de mediación entre deudores y prestamistas que evite llegar a este extremo.

Una situación que Aurelia y Manuel van camino de evitar y que una pareja de 76 y 80 años, los hasta ahora propietarios del caserío Kukullaga, ya han esquivado. Ayer se conocieron los detalles del acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Berango y el prestamista al que la familia adeudaba dinero por un crédito contraído para arreglar el tejado del edificio. El consistorio aprobó por unanimidad comprar el caserío al prestamista por 200.000 euros.

La alcaldesa de Berango, María Isabel Landa, del PNV, matizó que no se hacen cargo de una deuda privada, sino que asumen como patrimonio histórico del municipio el molino del siglo XVII del caserío. Eso sí, el objetivo principal era evitar el desahucio, reconoció. Los antiguos dueños seguirán en Kukullaga en calidad de usufructuarios.