Roger Williams, pianista de los presidentes
Fue el artista que más discos vendió de su género en EE UU
Roger Williams, muerto el pasado 8 de octubre, pudo presumir de cosechar éxitos históricos, aunque siempre quedó catalogado como un intérprete de "fácil escucha", es decir, tan comercial como carente de riesgo artístico. Con apenas 30 años, su canción Autumn leaves se convirtió en 1955 en la primera composición instrumental en alcanzar el número uno en las listas estadounidenses de la revista Billboard.
Fallecido en su casa de Los Ángeles, Williams, uno de los pianistas de variedades más aclamados de Estados Unidos con más de 100 discos a sus espaldas, tenía 87 años cuando perdió su batalla contra un cáncer de páncreas. Alejado de los rigores de la música clásica y sin el cariño de la crítica especializada, pero sí de la industria y del público, era como un Kenny G de las teclas. Tras vender más de dos millones de copias de Autumn leaves o una cifra similar en 1966 de Born free, banda sonora de la película Nacida libre, pasó a la historia como el pianista más comercial de la música pop norteamericana con 18 discos de oro o platino. Ningún pianista pudo decir lo mismo. Tampoco ninguno tocó tantas veces en la Casa Blanca. Conocido como el pianista de los presidentes, Williams interpretó piezas musicales para nueve mandatarios, desde la época de Harry Truman hasta George W. Bush. Tanta acumulación de galardones le llevó a ser el primer pianista en ser honrado con una estrella en el paseo de la Fama en Hollywood.
Nacido en Omaha, Nebraska, a los tres años ya se había subido a un piano. Tras servir en la Marina durante la II Guerra Mundial, estudió en la Escuela de Música Julliard de Nueva York, donde desarrolló su particular fusión de jazz, pop y música clásica europea. Por su camino se cruzó Dave Kapp, propietario del sello independiente Kapp, que iba a la caza de jóvenes talentos alejados de los patrones de los nuevos tiempos. Para cuando Williams triunfó en 1955 con Autumn leaves, Rock around the clock de Bill Haley and His Comets puso en la órbita a velocidad de rayo el rock and roll. De alguna manera, el éxito de Williams puso de relieve el conflicto estilístico y generacional que cambiaría el panorama norteamericano de la segunda mitad del siglo. Con sus instrumentales, Williams parecía defender el pasado o, al menos, agarrarse al presente por el camino de lo seguro. Con su vibrante sonido urbano, Haley parecía indicar el futuro o, al menos, lanzarse al vacío del cambio que pedían los jóvenes en la puritana sociedad estadounidense. Los dos convivirían, aunque la historia solo llevó a uno a ser un músico de presidentes, mientras el otro ayudó a revolucionar la música y la vida de nuestro tiempo.
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