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Música para tender puentes

El valenciano Hilari García dirige a la Joven Orquesta Palestina, nuevo símbolo cultural, en dos conciertos en Ramala y Nablus

Ignacio Zafra

Los palestinos no tienen, ni parece que vayan a tener de momento, su propio Estado. El valenciano Hilari García, que este verano dirigió a la Joven Orquesta Palestina en dos conciertos celebrados en Cisjordania, comprobó que también les faltan otras cosas. "Los palestinos no tienen referentes culturales nacionales. Todos los elementos de simbología que cualquier otro país tiene a nivel cultural, están en proceso de crearlos", sostiene. "Por eso notamos ese afecto hacia una orquesta que sienten como representación de su pueblo. La acogida fue fantástica", reflexiona.

La Joven Orquesta Palestina, creada en 2004, reúne cada año durante 10 días a unos 80 músicos locales (muchos de los cuales residen en el extranjero), de otros países árabes y occidentales con edades comprendidas entre los 13 y los 26 años. El objetivo es tender puentes culturales en una región que muchas veces se asemeja a un cul-de-sac. Llevarlo a término, sin embargo, no es fácil: uno de los primeros años en que se celebró, Israel no concedió visados a buena parte de los intérpretes árabes y los conciertos se salvaron gracias a la movilización a última hora de un importante número de músicos alemanes.

Los músicos de países árabes no tienen fácil llegar a Cisjordania
Para el público de Nablus, el tipo de concierto era totalmente nuevo

Hilari García (La Pobla Llarga, 1975), director de la Orquesta Filarmónica de la Universitat de València, llegó a Cisjordania de la Fundación General de la universidad y de la ONG Instituto Internacional de Música Ibérica. El puesto lo había ocupado anteriormente Sian Edwards, quien fuera directora de la English National Opera.

García dirigió a un plantel de muchas nacionalidades, entre ellas egipcia ("contaban que tras la primavera árabe vivían en un entorno respirable") y sirios (que encontraron problemas tanto para llegar como para volver a Siria desde Israel). Los conciertos fueron en Ramala y en Nablus. De la primera, capital de la Autoridad Nacional Palestina, a García le sorprendió "la contradicción entre el conservadurismo de la tradición musulmana y la voluntad de modernidad en la arquitectura y la oferta de servicios". En Nablus no encontró mucho contraste: "Había mucha homogeneidad y la gente cumplía al pie de la letra el Ramadán, hasta el punto de no encontrar nada abierto para comer durante el día ni poder fumar, por respeto".

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El público, que abarrotó ambos conciertos para oír un repertorio de Rossini, Chaikovski y otros también fue distinto. "Ramala está más abierta. En cambio, la formación musical de quienes vinieron en Nablus era totalmente diferente. El tipo de concierto era un acto totalmente nuevo. Fue emocionante porque la orquesta dedicó el primer cuarto de hora a explicar qué era una orquesta. Un clarinetista describía en árabe las diferentes familias de instrumentos: explica la percusión, y la percusión tocaba...".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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