_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sarrionandia y Uriarte

Polémica ha desatado el Premio Euskadi de Ensayo, otorgado a Joseba Sarrionandia. Pero la verdadera polémica es otra: por qué Sarrionandia no había conseguido aún el galardón.

Otra cosa es que el Gobierno vasco tenga razón en retener la cuantía del premio. Los que no entiendan esa decisión requieren un cursillo acelerado de cultura democrática. El poder público, el estado, es uno. No puede hacer abstracción de sus pronunciamientos. Una empresa con deudas públicas no contrata con la administración, y alguien que tiene cuentas pendientes con la justicia no va en taxi a Ajuria Enea, ni cobra de los contribuyentes. Pero una cosa es retener el premio y otra condenar su concesión, lo cual no tiene ningún sentido.

El premio a Sarrionandia ha sido un acto de justicia, de justicia literaria. Ningún escritor merece una calificación profesional por su conducta. Para eso hay otros juicios. Buena parte de la intelectualidad francesa durante la ocupación cayó en brazos del nazismo. Grandes escritores defendieron las atrocidades comunistas. Por cierto, muy premiados autores españoles ejercieron la traición y la delación en la dictadura de Franco. Pero nada de todo esto tiene que ver con su escritura.

El titular de prensa, reimpreso hasta la saciedad, de que "El Gobierno vasco premia a un etarra fugado" es una verdad parcial. Y la verdad parcial es la peor de las mentiras. Lo que ha hecho el Gobierno vasco es premiar a un escritor grande, de trayectoria larga, fecunda y contrastada. Pero la incapacidad de algunos políticos para digerir esta evidencia ha llegado a extremos estalinistas. Para criticar la "injustificable" decisión del Gobierno, se ha defendido una radical subordinación de la cultura a la política, se ha declarado con desvergüenza que la cultura sirve para que el político refuerce sus mensajes ideológicos. Pues no, la función de un premio literario no es dar cobertura a ninguna ideología. Da bochorno puntualizar esta obviedad. Aunque quizá es necesario porque entre tanto demócrata entusiasta hay mucho comunista arrepentido.

Prueba la estupidez de esta polémica que, tras premiar a dos escritores extraordinarios, Iñaki Uriarte y Joseba Sarrionandia, de uno de ellos ni siquiera se da noticia y de otro la noticia nada tiene que ver con su trabajo. A algunos publicistas les escandaliza que Sarrionandia sea premiado. A otros nos escandaliza que a ellos les importe un bledo la literatura de Sarrionandia, la literatura de Uriarte y la literatura misma.

La feliz liquidación de ETA va a tener consecuencias insospechadas. Eso implica a la izquierda abertzale y también a los demás. Los terroristas, sus métodos y su visión moral van a salir perdiendo, pero también los presupuestos de quienes viven emocionalmente, económicamente o intelectualmente de la violencia. La paz va a ser con ellos más cruel de lo que ni siquiera aciertan a imaginar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_