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Reportaje:Moda

Un eterno carrusel

Louis Vuitton cierra con una nota optimista una desconcertante semana de la moda de París

Eugenia de la Torriente

El carrusel como metáfora de un sistema que siempre gira. Es la explicación de Marc Jacobs a la puesta en escena de su colección de primavera / verano 2012 para Louis Vuitton. Acaso una respuesta a los que se preguntan si será el nuevo diseñador de Dior. Suceda lo que suceda, lo único cierto es que el tiovivo seguirá dando vueltas con algarabía.

La persistencia de ciertas citas hace que funcionen como marcadores del paso del tiempo. Lo que para otras agendas hace la Navidad, para la moda lo hace el desfile de Louis Vuitton. Siempre ocurre a la misma hora (diez de la mañana), en el mismo lugar (el Louvre) y en el mismo día (el último de la semana de la moda). Dado que Vuitton es probablemente la marca que más dinero factura en la industria del lujo -Chanel no revela sus cifras-, París se asegura así que nadie se vaya antes de tiempo. Y Jacobs aprovechó esa privilegiada tribuna para intentar cerrar la temporada con un mensaje de optimismo.

La colección de Miu Miu resulta a ratos intrigante y a ratos incomprensible

Una carpa blanca recibía a los invitados, advertidos de que el desfile no se retrasaría. Se levantó el telón y descubrió a 48 modelos -Kate Moss, entre ellas- en un carrusel de blancos caballos. Exhibían una colección antagónica a la que Jacobs entregó seis meses atrás. La oscura fantasía de voyeur cedió paso a un elogio de la luz. "La colección es todo dulzura y amabilidad. Tremendamente femenina, trata del placer de sentir más que de mirar", afirma.

Hay algo muy poco inocente en la forma en que Jacobs carga las tintas de la ingenuidad. Como en el White Russian que ofrecían sus azafatas, hay más perversión de la que parece en sus virginales vestidos de organza y broderie anglaise. Pero las prendas utilizan la transparencia no para revelar carne sino para exhibir su arquitectura. Lo que Jacobs propone no es tanto una historia de amor con el cuerpo como con su oficio. "No se trata de la superficie sino del corazón de la auténtica artesanía, que solo se puede encontrar en los talleres parisienses".

En eso se equivoca, no es solo un asunto francés. Lo demostró Sarah Burton con su tercera colección para Alexander McQueen. La británica alcanzó una cota extraordinaria en lo creativo, pero también en la factura. Como Chanel o Givenchy, se inspira en el mundo subacuático. En sus manos, los plisados de Fortuny se reinventan y ensalzan la silueta con recursos fetichistas. Sus modelos enmascaradas resultan amenazadoras, a la manera misteriosa y sensual de una medusa.

Toda mujer se enfrenta a los tópicos en algún momento. Algunas con notable frecuencia, como Miuccia Prada. Su colección de Miu Miu -a medio camino entre el cuento de Caperucita y una película de vampiros- resulta a ratos intrigante y otros, incomprensible. Los complementos son un tributo al mal gusto que solo una ironía como la suya hace digerible. A pesar de las loables intenciones de Jacobs, la críptica colección de Miu Miu es una forma más apropiada de cerrar esta desconcertante semana de la moda.

Kate Moss luce un vestido de la colección de  Vuitton.
Kate Moss luce un vestido de la colección de Vuitton.ERIC RYAN (GETTY)

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