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Reportaje:

La exagerada vida de Blasco Ibáñez

El Muvim bucea en la trayectoria del autor, político y periodista valenciano

Ignacio Zafra

El Muvim inauguró ayer Blasco Ibáñez 1867-1928, extensa exposición que recoge 300 documentos y 400 ampliaciones fotográficas en torno a la figura del autor valenciano. No es fácil decir algo nuevo sobre Blasco Ibáñez. Escritor de best sellers de impacto mundial antes de que el término best seller fuera inventado. Activista republicano. Anticlerical. Diputado en Cortes. Impulsor de una corriente política autónoma (el blasquismo). Periodista. Viajero. Colono en tierras argentinas (donde fundó dos poblaciones, Nueva Valencia y Cervantes, que acabaron mal). Mujeriego. Pendenciero (se batió en duelo varias veces y en una de ellas estuvo a punto de morir). Pionero en Hollywood (que llevó al cine varias de sus obras, como Los cuatro jinetes del apocalipsis y Sangre y arena, con Rodolfo Valentino). Excepción a la tendencia de los escritores a morir pobres (cuentan que hacia el final de su vida solía ir al casino de Montecarlo en un Rolls Royce o en un Cadillac, según las fuentes).

La muestra se basa en los fondos que la nieta del escritor cedió en 2010

Blasco Ibáñez fue un escritor velocísimo (es autor de 40 obras) a quien sus colegas de la época (la consagrada Generación del 98) miraban con desconfianza. Una figura sepultada por el oficialismo durante la dictadura franquista. Y un hombre de acción (se le ha comparado con Ernest Hemingway) que dejó dicho que su mejor novela era su propia vida.

Buena parte de los objetos que integran la exposición, cuyo cartel es obra del pintor Eduardo Arroyo, provienen de los fondos cedidos el año pasado al Muvim por la nieta del escritor, Gloria Llorca Blasco Ibáñez. La muestra se abre con un breve documental con declaraciones del autor y se estructura en bloques temáticos. Familia: en el que se repasa el origen de Blasco Ibáñez, nacido en una familia de tradición carlista y origen aragonés. Política: que bucea en el activismo político, popular, federal y muy contrario a los privilegios con que contaba la Iglesia. Una corriente precursora de la política de masas en España basada en los mítines (que congregaban a miles de ciudadanos), los casinos y las casas del pueblo que prendió como la pólvora entre los valencianos en las décadas que precedieron a la Segunda República y forzó su exilio durante la dictadura de Primo de Rivera.

La exposición indaga a través de imágenes, publicaciones de la época y cartas personales en su vertiente periodística (en 1894 fundó El Pueblo y desarrolló una intensa labor de articulista dentro y fuera de España) y editorial (creó el sello Prometeo, donde se publicaban desde clásicos como Homero hasta abanderados de las vanguardias, como Filippo Tomasso Marinetti, autor de El futurismo).

Se asoma a su trabajo propagandístico durante la I Guerra Mundial a favor de los aliados (o mejor dicho, a favor de Francia) y a la fiebre viajera que le llevó, después de haber visitado Europa, el norte de África y Argentina, a embarcarse en una vuelta al mundo a bordo del yate Franconia en compañía de un grupo de acaudalados estadounidenses. Y examina su gusto por las mansiones de inspiración clásica, como la que (muy reconstruida) se levanta aún en la Malva-rosa de Valencia o la de Menton (la localidad cercana a Mónaco en la que murió).

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La responsable del área de Cultura en el Ayuntamiento de Valencia, María Jesús Puchalt, que presentó la exposición junto al director del Muvim, Javier Varela, dijo ayer que Blasco Ibáñez amó Valencia y que su obra se mantiene vigente. Pero el escritor fue al mismo tiempo un severo crítico de su entorno. En Arroz y tartana narró la historia de una familia pequeñoburguesa del barrio del Mercat a la que su afán por aparentar, su incapacidad para controlar los gastos y el espejismo de hacer fortuna con la especulación financiera conducen a la ruina. Más valenciano y más actual imposible.

Una imagen de la exposición <i>Blasco Ibáñez 1867-1928</i>, inaugurada ayer y que estará abierta en el Muvim hasta el 12 de enero.
Una imagen de la exposición Blasco Ibáñez 1867-1928, inaugurada ayer y que estará abierta en el Muvim hasta el 12 de enero.MÒNICA TORRES

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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