Con tiritas y ¡olé!
Puede que en el apartado de trajes de novia, 2011 sea recordado por la pieza que la casa Alexander McQueen diseñó para Kate Middleton, hoy Catalina de Cambridge. Pero si se tuviese en cuenta, además de la repercusión internacional e histórica, el grado de dificultad del proyecto, el de Victorio & Lucchino para la duquesa de Alba ocuparía el puesto de honor. Porque no es lo mismo convertir en princesa a una bella inglesa de 29 años, que transformar en novia a una duquesa de 85 con querencia por el horror vacui jipi. Los sevillanos prometieron un vestido ajustado "al espíritu de la duquesa" y cumplieron.
Con seda natural y encaje rosa maquillaje construyeron un traje que aunaba dos de los referentes estéticos de la aristócrata: el estilo goyesco, reinterpretado en las mangas abullonadas salpicadas de jazmines de organza y perlas; y el aire flamenco, rotundo en los volantes que remataban la falda. Una concesión quizá tópica, pero que se demostró imprescindible cuando doña Cayetana se arrancó al bailar al salir de las Dueñas. Lo hizo descalza, dejando a un lado las manoletinas que la zapatera sevillana Pilar Burgos había confeccionado y dejando ver las tiritas que protegían sus pies.
Al mover sus manos, centelleaba un brazalete de brillantes recuerdo de su madrina, la reina Victoria Eugenia, y otra pulsera que le regaló su primer marido, Luis Martínez de Irujo. En su enlace con este, en 1947, la duquesa llevó un vestido de raso natural blanco, encaje de Bruselas antiguo y estilo new look, de la modista Flora Villareal, entonces con clientas tan famosas como Ava Gardner, Grace Kelly o Fabiola de Bélgica. Tres décadas después, elegía al diseñador André Lang que ideó un sencillo vestido beige a media pierna, muy en la línea del que lució ayer.
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