La familia del 'swing'
Es la ley del revival bien tramado. Al trío londinense se le puede tranquilamente eximir de su escasa aportación personal a los géneros que rastrea, porque a la hora de hurgar en el baúl de los recuerdos del rythm'n'blues y el rockabilly de los 50, lo hace con muchísima frescura. Se les perdona que vistan retales raídos, porque al fin y al cabo lo hacen con gracia. En su caso, como además es de dominio público que han sido prácticamente amamantados en esa asunción de géneros (sus padres, Graeme Durham e Ingrid Weiss, guitarrista y contrabajista en sus directos, tienen la culpa), pues resulta que también queda disipada cualquier duda acerca de un presunto oportunismo para arrimarse a ese sol vintage que últimamente tanto calienta. En su última visita, hace un año, la incógnita residía en ver cómo Kitty, Daisy & Lewis serían capaces de crecer, arrinconar las versiones y darle empaque propio a su obra. Y si bien en disco lo consiguen con nota, puede decirse que sobre el escenario su estampa se parece mucho a una foto fija. Poco dado al satén, no es el funk de Messing With My Life lo que mejor engrana en su directo, sino esas frenéticas arremetidas, harmónica o guitarra eléctrica en ristre, en espirales de rock huesudo, ululante y febrilmente analógico, dignas de cualquier tugurio perdido en la noche de los tiempos. O esas incursiones en el ska en las que irrumpe el veteranísimo Tan Tan Thornton. Otro cantar son la habitual falta de hilazón de sus conciertos y la hostilidad ambiental. La primera es inevitable. La segunda, no debería serlo: la falta de respeto hacia los músicos que muestra un buen sector del público, vociferante y beodo, convierte el disfrute de esta clase de conciertos en una lucha contra los elementos.
KITTY, DAISY & LEWIS
El Loco Club. Sábado 1 de octubre de 2011.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.