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Los 'abertzales' fijan el escenario de paz por encima del plan de López

Coincidencia política en no hablar de plazos y así consolidar movimientos

La izquierda abertzale entiende el decálogo del lehendakari, Patxi López, como un reconocimiento "por fin" del nuevo tiempo político "en el que venimos insistiendo desde el Acuerdo de Gernika", pero con la misma contundencia admiten que "el escenario final al que estamos abocados" supera el ámbito del País Vasco. En el entorno abertzale se trabaja con la sensación de que "solo" la "consolidación" de los pasos que se vienen dando puede servir para "acabar poco a poco con el inmovilismo" que, a su juicio, "todavía" mantienen PSOE y PP. Como ya habitual hasta ahora, la tesis independentista sitúa "siempre en Madrid" la clave de la respuesta final a la salida del conflicto.

En base a la acogida que socialistas y populares han dispensado a la iniciativa de López es donde algunas versiones abertzales construyen su reto sobre el progresivo desenlace. "Lo importante es saber cómo reaccionará Rajoy, qué pasos está dispuesto a dar si gobierna porque aquí mucha gente del PP vasco ya empieza a admitir que hay un tiempo nuevo, que las cosas están cambiando e incluso a nivel particular todavía son más claros, pero lo importante", añade esta fuente de una de las fuerzas integradas en Bildu, "es saber finalmente hasta dónde están dispuestos a atreverse en Madrid".

Ekin y ETA se suman a una semana de avances significativos
"Lo importante es saber qué pasos está dispuesto a dar Rajoy"

Es, precisamente, la determinante capacidad que se le concede al Gobierno central el elemento nuclear que lleva al análisis abertzale a aseverar que "la situación está muy por encima del papel que ha querido jugar el lehendakari con su propuesta". Además, en esta reacción se critica que "López ha tardado demasiado tiempo en darse cuenta de la apuesta que se había hecho por una salida política y sin violencia y ahora llega tarde porque ya es una realidad desde hace tiempo", recuerda. En el PNV mantienen una tesis similar. Un portavoz señalaba el viernes a este diario que "hace años podía haber hecho lo que ha hecho ahora y no lo hizo. Desde luego que llega tarde y es posible que quizá con la información que debe tener sobre ETA haya intentado correr para no quedarse atrás, pero tampoco se ha arriesgado", lamenta.

Desde la parte aludida se prefiere adoptar una posición de menor protagonismo. "Aquí no hay ninguna pretensión de liderazgo y menos en estos momentos donde en ningún país puede hablarse de liderazgo, ni siquiera el de Merkel. El lehendakari lo ha hecho porque creía que debía de hacerlo para que se cierre de una vez un ciclo pero ofreciendo un relato que responda a lo que se ha vivido y que era una de sus principales preocupaciones porque nunca hasta ahora se había hecho y se había explicado con tanta claridad de lo que nos ha ocurrido hasta llegar a donde estamos".

Con todo, desde la izquierda abertzale no se hace un análisis pormenorizado del decálogo "porque la solución que nosotros entendemos para este pueblo trasciende de lo que ha dicho el lehendakari, que no tiene peso específico". Cabe recordar que las primeras valoraciones de este sector el pasado jueves consideraron "un buen paso" la iniciativa, de López de una salida consensuada para una política penitenciaria flexible que facilite la reinserción, pero lo ven "insuficiente". El propio colectivo de presos de ETA situaba la amnistía como una de sus exigencias, una concesión descartada en Madrid y en Euskadi.

Peor por encima de estas divergencias, resulta significativo que existe un punto de encuentro entre abertzales y Gobierno vasco, que ayer volvía a ponerse de manifiesto. Horas antes de que Ekin anunciara su disolución y de que ETA enviara un comunicado para decir que está abierta a colaborar con la Comisión Internacional de Verificación, portavoces en Bildu y en Ajuria-Enea compartían la estrategia de que "no hay que marcarse plazos, es cuestión de que se vayan dando los movimientos precios y, sobre todo, que se consoliden". Sobre esta base, la ponderación abertzale asume que "es mucho más periodístico hablar de plazos", pero, según su criterio, "no se trata de acelerar nada, sino de que cada uno haga lo que tiene que hacer". En este sentido, recuerdan el pronunciamiento de los presos de la banda terrorista. "Todos están haciendo

Desde este sector se trabaja con la sospecha de que "todos no trabajamos con la misma clave". Y lo justifica: "Parece que siempre se tiene que dar una acción-reacción y nosotros entendemos que no es así y que simplemente lo que debemos hacer es no urgir a ningún plazo y que cada uno tome la posición que le corresponda". En una línea similar iba el reciente mensaje de la abogada abertzale Jone Goirizelaia cuando reclamaba que "no se presionara a ETA".

La coincidencia temporal de los novedosos pronunciamientos de Ekin y de ETA consolida, de paso, la teoría de la izquierda abertzale de que la apuesta por las vías políticas sin ningún tipo de violencia "no tiene vuelta atrás". "Cuando hace un año lo dijimos que iba en serio después de una larga reflexión, ahí están las respuestas de quienes no se lo creyeron y que volvieron a hablar de una trampa", recuerdan desde Bildu, donde tampoco se olvidan de las palabras de Iñaki Azkuna en el pleno del Ayuntamiento de Bilbao, el pasado jueves, cuando advirtió de que "los conversos, a la cola" en una explícita referencia a los nuevos valores democráticos de la coalición abertzale. "También podríamos decir como hacen otros que bienvenidos a este mundo los que nos han estado acusando de que estábamos haciendo el trabajo sucio a otros, de que no íbamos en serio, pero nosotros no lo vamos a hacer".

La precipitación de los acontecimientos en torno a la búsqueda de la paz en Euskadi ha conocido esta semana un ritmo que confirma un significativo avance. Eso sí, con un nítido compromiso de lealtad. Desde el PNV, por ejemplo, cuya presencia en algunos de los escenarios que se han abierto resulta significativa, se mantiene un intencionado silencio. "Quienes tienen que saber lo que el PNV está haciendo como son el Gobierno, Batasuna o el mismo Egiguren, ya lo saben". Sin embargo, la propia Comisión de Verificación ya ha puesto en valor la importancia de la mediación del propio Urkullu. Y en Madrid, lo saben.

Reflexión propia, Eguiguren y Arregi

En Lehendakaritza responden de inmediato con una pregunta cuando se les cuestiona si el cálculo electoral figura entre las razones para que Patxi López hubiera dado el paso al frente con su decálogo de la paz: "¿ Alguien puede llegar a pensar que un planteamiento así con los presos de ETA puede dar votos a Rubalcaba"? Este es el argumento del cortafuego socialista ante quienes, como Iñigo Urkullu desde el PNV, sospechan de un "cálculo electoral" entre los objetivos del lehendakari. Para los colaboradores de López se trata de algo más sencillo: "Es un ejercicio de responsabilidad en el que venía trabajando después de muchas reflexiones con todo tipo de gente", precisan. "Es fácil imaginarse que en estos momentos hacer una propuesta sobre los presos de ETA no da votos fuera del País Vasco", remarcan desde el entorno de la presidencia del Gobierno vasco.

Bajo ese análisis, el punto de partida sobre el que pivota la actuación de López es "que había que hacerlo porque con su propuesta lo que hace es una demostración que se está conectado con la sociedad en este nuevo tiempo político", abundan en la justificación.

Según las versiones recogidas tras el pleno del pasado jueves, el lehendakari ha definido su decálogo -"afinando al máximo cada una de las palabras de sus diez puntos", señalan sus más próximos- con una orientación "que es posible que se queda corta con respecto a lo que pudiera desear Eguiguren y quizá algo más avanzada de lo que pudieran pensar desde Interior", pero, añaden, "es una reflexión propia después de haber escuchado "a todos". Y en este reducido grupo de opiniones, Patxi López ha atendido con especial atención el dibujo de situación que en materia de convivencia y de relato sobre las víctimas "le ha hecho Joseba Arregi" como se puede apreciar "con claridad en algunos de los términos empleados en el decálogo". Elexconsejero vasco de Cultura, que recibirá este mediodía el premio anual de Covite, en San Sebastián, ha mantenido en sus múltiples artículos una reflexión muy similar a la que se aprecia en el decálogo sobre los causantes de la violencia y la atención a las víctimas.

Para el PNV, "lo que hay que hacer es cumplir lo que ya está aprobado por el propio Parlamento desde 1997", e incluso, como recordó Urkullu, "lo que en materia de presos propusimos en 2005 y que no se ha atendido".

Las relaciones imposibles PSE-PNV en Euskadi

Desde aquella tormentosa reunión celebrada hace ahora seis años en Sabin Etxea, entre una delegación del PNV y del PSE, y en la que, según los anfitriones, Jesús Eguiguren les advirtió de que "a partir de ahora, vais a morder el polvo", las relaciones entre estos dos partidos en el País Vasco se han envenenado hasta tal punto de que podrían considerarse inexistentes. Por eso ahora, cuando la propuesta del lehendakari requiere del consenso compartido con el resto de las fuerzas democráticas para consolidar su decálogo por la paz, se antoja harto complicado siquiera un principio de acercamiento entre estas dos formaciones mayoritarias que, incluso, llegaron a compartir gobierno en Ajuria-Enea.

En base a los hechos acumulados en las dos últimas legislaturas, y sobre todo en la actual, es elocuente que no existe química alguna entre Patxi López e Iñigo Urkullu, las dos principales referencias de ambos partidos al margen de sus puntuales reuniones y contactos "que no han tenido ninguna continuidad de agenda".

Desde el PNV no se oculta la existencia de este "mal rollo" al que ha contribuido una falta de confianza política y una nula relación personal. En Sabin Etxea, por ejemplo, todavía siguen esperando una mínima felicitación protocolaria de López tras la elección de Urkullu como presidente del EBB.

Desde el PSE, mantienen que "la manzana de la discordia fue Ibarretxe", admiten, y que "desde entonces tampoco ha mejorado la situación". Y a este mutuo resquemor que impide rebajar la tensión se une, a juicio socialista, la agresividad empleada por los nacionalistas desde la llegada de López al Gobierno, al que, además, han ninguneado con frecuencia, favorecidos por la debilidad que Zapatero evidenció al ofrecerles el pacto. Con todo, en la búsqueda de una acción compartida sobre la paz, desde el PNV miran más hacia Madrid, aunque prefieren mantener "la línea de discreción que hemos mantenido hasta ahora", aseguran. Nuestro papel será el de "acompañamiento" pero, advierten, "sin buscar ningún liderazgo".

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