Las aguas profundas de Repsol
Fainé se entrevistó a solas con el director general de Pemex el día siguiente del consejo para limar asperezas. Sacyr sigue su estrategia de dominar en la petrolera
La mañana del jueves, aún con la resaca del tormentoso consejo de administración de Repsol en la que la mayoría rechazó la alianza entre Sacyr y Pemex, Isidro Fainé, presidente de La Caixa, invitó a desayunar a Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex antes de su regreso a México. El encuentro, en la sede de La Caixa en Madrid, se desarrolló bajo un manto de cordialidad y confidencialidad. Tras la tempestad, toca recomponer y Fainé quiere hacer valer la preponderancia de La Caixa como accionista tradicional de Repsol para desencallar el conflicto en beneficio de todos los accionistas. Parece lo razonable, sobre todo después de que la Comisión Nacional de la Energía (CNE) no haya puesto impedimentos al pacto.
Quizá la solución pasa por aceptar algunos puntos exigidos en el pacto, como que haya consejero delegado. Pero las cosas no invitan a aventurar un acuerdo, al menos sin que rueden cabezas. El desarrollo del consejo demostró que las posiciones entre Luis del Rivero, presidente de Sacyr, y de Antonio Brufau, presidente de Repsol, son difícilmente reconciliables. Así que si no hay entente, la solución pasa seguramente por una junta extraordinaria, que cualquiera con más del 5% del capital puede solicitar, para que se pronuncien los accionistas.
Sin embargo, la actitud de Fainé había sido de no hablar con los representantes de Sacyr y Pemex hasta el consejo, pese a los sucesivos intentos de Del Rivero. Se esperó hasta el miércoles y sus palabras fueron de piedra. "Me siento engañado y dolorido", dijo. "Se ha hecho una alianza a mis espaldas cuando hemos ayudado a Sacyr a resolver sus problemas financieros", continuó y apuntó directamente al corazón. Del Rivero pudo cometer el error de no decir nada a La Caixa, pero posiblemente pensara que podía ser peor comunicar sus intenciones, teniendo en cuenta que Brufau fue colocado por la entidad catalana como presidente de Repsol y suele defender a los suyos.
A Brufau, por su parte, le salió bien la jugada de esperar al consejo ordinario y no convocar uno extraordinario que hubiera impedido realizar los escarceos y contactos previos. Precisamente, a petición de suya, Fainé sí se reunió con los dos socios díscolos de Sacyr, Juan Abelló y Demetrio Carceller. A esa reunión acudió también Matías Cortés, consejero de la constructora. Pese a haber votado a favor de la alianza en agosto; aseguraron que iban a hacer lo posible por desbancar a Del Rivero y romper el pacto.
No pasó nada. Así que Abelló acudió al consejo de Repsol del miércoles dispuesto a dar guerra. Pidió leer, antes de iniciarse el consejo, una declaración que llevaba escrita en la que destacó su oposición al pacto y se ausentó. El gesto dejaba debilitado a Del Rivero y daba armas a Brufau, seguramente conocedor de las intenciones de Abelló. Abrió fuego contra Del Rivero y Suárez Coppel, con palabras fuertes que fueron contestadas de igual tono por el empresario murciano, mientras Coppel recordaba los 30 años que lleva en Repsol y garantizaba la españolidad de la compañía.
Llovía sobre mojado. Del Rivero había presentado unos días antes dos escritos en los que pedía responsabilidades a los ejecutivos de Repsol. El primero, por haber planteado a la CNE que investigara el pacto por si debía estar sujeto a su autorización. En el segundo, les reclamaba información sobre los contratos y el dinero gastado en asesoramiento contra la operación. Sin embargo, el consejo ratificó todas las decisiones al respecto tomadas por la dirección de Repsol. Con todo, la decisión de la CNE, que no ve precisa autorización para el pacto Sacyr-Pemex, da fuerza a Del Rivero para continuar peleando por el dominio de la petrolera.
Previamente, el miércoles 21, los ocho consejeros independientes se habían reunido para analizar la situación convocados por Artur Carulla, consejero independiente coordinador. Este grupo redactó un documento de cinco puntos en el que defendían la gestión de Brufau, subrayaban el posible conflicto de intereses con Pemex y pedían resoluciones.
Con los dos escritos de Del Rivero y el documento de los ocho independientes, los ejecutivos de Repsol se envalentonaron y en lugar de resoluciones prepararon unas propuestas beligerantes -cambios en los estatutos para evitar conflictos de intereses y competidores- que sorprendieron a los propios consejeros independientes, aunque alguno de ellos, como Mario Fernández, se erigió en ariete de Brufau llegando incluso a pedir la expulsión de Pemex.
Los tres frentes de Luis del Rivero
Luis del Rivero, presidente de Sacyr, y sus socios (Manuel Manrique y José Manuel Loureda, principalmente) tienen tres frentes abiertos. O, si se quiere, un frente con tres flancos. El primero es el enfrentamiento a la dirección de Repsol, en la que ha quedado en minoría en el consejo. El segundo es la fisura que se ha abierto en la constructora con dos de sus accionistas de referencia (Juan Abelló y Demetrio Carceller), otrora compañeros de viaje, que controlan en torno al 25% (un casual paralelismo con su situación en Repsol). Y el tercero es la refinanciación del crédito por 4.900 millones de euros con un grupo de 40 bancos encabezado por Santander y
Citibank. Sacyr ha presentado garantías suficientes (20% de Repsol,
Testa, Vallehermoso y Valoriza) para cubrir la deuda y parece que los bancos están por la labor.
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