Los que no temen el volcán
Empresarios de El Hierro creen que una erupción atraería a más turistas - "Si Hawai vive de esto, ¿por qué no nosotros?", dice la patronal
En El Hierro no todos temen al volcán. Hay un grupo de personas que ve como una oportunidad que la lava surja cuanto antes. Son empresarios que, animados por las experiencias de otros países con erupciones, prevén una eclosión turística de aficionados a las erupciones. "Esto es lo mejor que nos puede pasar, pero que estalle ya. Y que no lo haga en el mar sino en tierra", opina Herminio Sánchez, presidente de la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de la isla, que agrupa a unas 120 empresas. Sánchez, dueño de un negocio de limpieza y de una pequeña bodega, considera que una erupción "podría multiplicar por 10 el número de visitantes".
Y no está solo. Pucho Padrón, dueño y cocinero del restaurante Don Din 2, en Frontera, uno de los pueblos más afectados por los seísmos, coincide: "Siempre que no haya víctimas, que no las va a haber, lo más que puede ocurrir es que aparezcan unas grietas en las casas como las que han salido ahí", dice mientras señala la de su restaurante, que está en el centro de Frontera y es uno de los mejores de la isla.
Hasta ahora solo ha habido cancelaciones que han causado grandes pérdidas
Pucho no tiene miedo e intenta convencer a Orlando Palma, un ganadero que no ve nada claro las bondades del volcán. "Solo la publicidad que ha tenido El Hierro habría costado millones. Se está hablando de la isla en todo el mundo", le cuenta Pucho. Están en la terraza del local, donde se montan rápidamente tertulias sobre los terremotos. El cocinero, premiado por sus costillas de res a la zanahoria, incluso muestra el distintivo que consiguió en julio de la comunidad autónoma como miembro de la Volcanic Experience, para promocionar el turismo volcánico. "Hay turismo morboso", cuenta. Orlando, sin embargo, desconfía: "Si nos desalojan yo no puedo dejar a las vacas ni dos días. Así que soy el último en dejar la isla. En mi carnicería ya nadie compra carne por si nos desalojan".
Para los empresarios lo peor es la incertidumbre de estos días, los temblores y la espera sin saber si finalmente habrá una erupción o no, ni cómo será. Por ahora todo son cancelaciones de viajes y reservas que no compensan ni la llegada de científicos y periodistas. El Aparthotel Júcar, en Frontera, tiene solo dos de sus 13 apartamentos ocupados. Juani, su dueña, lamenta: "Puede que venga más gente, pero ahora solo llaman para anular, algo que personalmente puedes entender". En la agencia de viajes Insular, Rosi Guadarrama, directora de ventas, explica que han tenido cancelaciones, pero que también llamó una persona que quería tenerlo todo listo para viajar a la isla en cuanto empezara la erupción.
Sánchez le pide a los hosteleros de la isla que aguanten. "Puede que en un año pagues todas las deudas", les dice, y reclama un plan turístico a propósito para sacarlo en cuanto aparezca la lava. "Esperemos que no aparezca en el mar y solo sean unas burbujas. Si es en el mar, que al menos cree otra isla", opina el presidente de la patronal: "En Lanzarote viven de los volcanes y apenas hay. Si Hawai vive de esto, ¿por qué no nosotros? Que explote lo antes posible".
Con solo 1.245 camas turísticas legales, El Hierro se ha salvado de la vorágine turística. No tiene grandes playas, aunque sí un paisaje volcánico espectacular, buceo y turismo de calidad. El presidente de los empresarios lamenta que no se exploten atracciones como el faro de Orchilla, situado en un recóndito lugar en el que los franceses fijaron el meridiano cero en 1624.
La imagen de estos días, sin embargo, tiene poco del tradicional sosiego. Las sinuosas carreteras están frecuentadas por camiones y vehículos de la Unidad Militar de Emergencias y el túnel que une los dos principales pueblos de la isla está cortado, lo que dificulta la vida diaria de los herreños. Para ellos, lo mejor de ayer fue el regreso a clase de los 500 alumnos que el día anterior tuvieron libre por el temor a los terremotos, que cada vez son más perceptibles. Además, algunos de los 50 evacuados ya han empezado a volver a casa. En la mañana de ayer hubo uno de magnitud 3,8, lo máximo alcanzado en la serie de casi 9.000 microseísmos que comenzó el pasado mes de julio.
Evacuación de emergencia del lagarto gigante
El lagarto gigante de El Hierro es una especie con mala suerte. Reapareció en 2001, después de que se considerara extinto. Pero en 2007, una riada anegó el centro de cría en cautividad y mató a 187 ejemplares, el trabajo de cinco años para salvar esta especie endémica de la isla. Ahora, el centro está amenazado por los desprendimientos y los responsables del Cabildo de El Hierro ultiman el traslado de los casi 259 ejemplares que allí se crían.
El lagarto (Gallotia simony) se cuida y se reproduce bajo una escarpada ladera con evidentes posibilidades de desprendimiento. Ahora pueden ser los terremotos, pero ya ocurrió con las lluvias. El biólogo Miguel Ángel Rodríguez, uno de los responsables del Centro de Reproducción e Investigación del Lagarto Gigante, explica que la especie es endémica de El Hierro y que puede llegar a medir unos 75 centímetros (si mantiene la cola intacta, algo imposible en cautividad). El destino de los reptiles en caso de evacuación se mantiene secreto, aunque primero se salvará a las hembras. El nuevo centro que el Cabildo comenzó a construir para evitar otro caso como el de la riada aún no está terminado.
El lagarto es uno de los reptiles más amenazados del planeta y está catalogado como en peligro de extinción. Aunque ya ha habido reintroducciones en tres lugares de la isla y la población crece, solo hay unos 400 ejemplares en libertad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.