Viaje de diez horas a la Rusia del XIX
"Lo más difícil fue atreverse", asegura el director Alexei Borodin, que trae al teatro Valle-Inclán 'La costa de Utopía', la gran obra de Tom Stoppard
El director ruso Alexei Borodín (nacido en Shanghái en 1941) va a llevar a cabo una gran hazaña mañana sábado. La prestigiosa compañía que dirige en Moscú desde hace más de 30 años (Teatro Académico de la Juventud de Rusia) va a representar durante diez horas una de las grandes obras del dramaturgo inglés del momento Tom Stoppard, La Costa de Utopía. Más de 40 actores en escena, seis actos con dos intermedios, una jornada teatral maratoniana en el Teatro Valle-Inclán (CDN) para descubrir a los grandes personajes y pensadores de la Rusia del XIX: el filósofo anarquista Mijaíl Bakunin, el revolucionario Herzen, el crítico literario Belinski, el poeta Pushkin... Tras la función, que se ha representado en tres partes en los pasados tres días y que mañana se muestra de corrido, así como después de la charla con Borodin, uno puede llegar a la conclusión de que si la utopía fuera un objeto sería un espejo. Superamos la vergüenza, la humildad y la gran timidez del director ruso y le ponemos frente al cristal.
Hay cierto temblor en sus manos horas antes del estreno, y se pasa un tornillo de una a otra tan obsesiva como inconscientemente. Encoge los hombros cuando se le pregunta si está nervioso. Resulta emocionante ver esa inquietud en un hombre de 70 años que empezó dirigiendo a sus tres hermanas en los teatrillos improvisados de aquella casa típicamente rusa del centro de Shanghái, rodeado de libros hasta que su familia regresó a Rusia en 1954. Ese hombre, que esconde su mirada detrás de las gafas, con chaqueta gris, camisa clara bien remetida y cómodos zapatos, se pasea por Lavapiés como un abuelo más.
"Lo más difícil fue atreverse", dice, y asegura que había otros teatros de Moscú interesados en dirigir la obra de Stoppard pero que nadie daba el paso para este trabajo a gran escala. "Una vez decidido fue como cualquier otro trabajo. No me lo he tomado como un maratón teatral, sino como una obra un poco más grande. Hay obras que tienen dos actos o tres, pues esta tiene seis", resuelve. "Mi método, como el de muchos directores, es el mismo que el de Stanislavski ("la vida del espíritu humano en el escenario") adaptado a mi tiempo y a mi prisma", aclara.
La obra de Stoppard llegó a tocarle en lo más profundo de su ser: "Nos descubrió nuestra valía, nos mostró como personas con ideas y nos enseñó con ironía por qué podíamos sentirnos orgullosos de ser rusos".
En cuanto el dramaturgo inglés se enteró de que preparaban la versión rusa de su obra sobre Rusia, llamó ilusionado para ofrecer toda su ayuda. "Vino hasta siete veces", recuerda Borodín. "Conectamos enseguida y al poco tiempo me llamaba 'uncle Alexei' (tío Alexei)", cuenta.
Con esta función escritor, director y promotor (Gerardo Vera como responsable del CDN) han alcanzado su particular costa de utopía: Stoppard ha visto su obra en ruso; el teatro de Borodin ha traspasado las fronteras moscovitas y rusas; y Vera ha consolidado su idea del teatro: "Más Europa y menos España".
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