El FMI, contundente
La economía mundial, especialmente en los países avanzados, está atravesando por momentos duros y turbulentos. Lo vemos todos los días en el comportamiento de los mercados financieros, con caídas intensas e índices de volatilidad en máximos históricos. Algunos hablan de ataques de dichos mercados, pero no son ataques, son reacciones de millones de operadores asustados y desconfiados. Estos operadores tienen que tomar decisiones de inversión de millones de dólares o euros en segundos y la gran mayoría no son especuladores, son gestores de los ahorros de todos nosotros, que procuran que sus clientes pierdan lo menos posible. Coincidiendo con estas turbulencias, el FMI ha publicado sus informes de otoño sobre la economía mundial y ha celebrado su asamblea de ministros y gobernadores de bancos centrales, con la consiguiente atención de los medios a lo que en ellos se dice.
Si Alemania impulsa su demanda interna favorecerá el crecimiento de la zona euro
El Fondo Monetario le pide al BCE que baje los tipos de interés, que no debió subir nunca
Y lo que se dice no es nada alentador. Durante el verano la recuperación de la economía de los países avanzados, lenta y desigual, se ha frenado casi en seco y los indicadores, especialmente los llamados adelantados, apuntan a peor. La evolución de los mercados financieros, los primeros que reaccionan a los cambios de coyuntura, recuerda a lo que pasó tras la quiebra del banco Lehman Brothers hace tres años: un derrumbe del comercio internacional y una profunda recesión. Como mínimo, podemos decir que la recuperación está en el alero. El FMI, al que tanto se le ha criticado por no prever lo que se nos venía encima en 2007, esta vez no se ha andado por las ramas. Su análisis y diagnóstico es certero: no se está conduciendo correctamente la salida de la crisis. Por un lado, dentro de los países no se está produciendo el necesario relevo de la demanda pública por la privada conforme la primera se va retirando al calor de las medidas de ajuste fiscal. Por otro, tampoco se está produciendo (o lo hace muy lentamente) el necesario reequilibrio entre los países con déficit de balanza de pagos y con superávit, en el sentido de que estos últimos deben estimular el crecimiento de su demanda interna y exportar menos, al contrario que los primeros.
Esto es especialmente visible en la evolución de países como EE UU, de una parte, y China de otra, pero lo es también dentro de la zona euro: Alemania mantiene su elevado superávit, mientras que los déficits de Grecia, Portugal o España no se reducen con la necesaria rapidez, y si lo hacen, es a base de deprimir intensamente su demanda interna, lo que dificulta enormemente su capacidad de crecer a corto plazo y de sacar adelante su ajuste fiscal. Ahora que tanto se habla de reforzar la gobernanza económica de la zona euro, se debería pensar también en esta dimensión de la política económica europea y no solo en imponer un control estricto, que por otra parte es necesario, a las finanzas públicas. Lo que deduzco del análisis del FMI es que los llamados países centrales de la zona euro, especialmente Alemania, deberían impulsar su demanda interna, por ejemplo con estímulos fiscales y otras medidas, lo que favorecería no solo los procesos de ajuste en los países periféricos, sino el crecimiento de toda la zona euro, algo fundamental para superar la crisis financiera.
En este sentido, el FMI también le pide al BCE que baje los tipos de interés, que no debió de subir nunca. Tampoco es complaciente con la actuación de los Gobiernos europeos, a los que les pide mayor rapidez en la solución de la crisis griega, en el saneamiento y fortalecimiento de sus bancos (tocados por las pérdidas de sus activos en deuda pública o en crédito inmobiliario) y en la adopción de reformas que aumenten la competitividad y el potencial de crecimiento de las economías.
¿Y qué tiene esto que ver con la coyuntura económica española, a la que está dedicada esta página? Pues todo, porque tanto el diagnóstico como la estrategia de salida de la crisis que plantea el FMI es aplicable a España o a la zona euro. Al contrario que en otras ocasiones, este organismo ha cumplido su papel de alertarnos de los riesgos a los que nos enfrentamos y de señalar estrategias claras para afrontarlos con éxito. Ahora es el turno de los Gobiernos, autoridades monetarias y demás dirigentes empresariales y sociales. -
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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