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Tribuna:Economía global
Tribuna
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A la desesperada

A la desesperada, con estrategias y posibilidades dispares, a uno y otro lado del Atlántico las autoridades económicas y financieras tratan de sortear lo que ya es prácticamente inevitable: la reedición de un nuevo periodo de estancamiento económico de los países desarrollados y muy probablemente un nuevo proceso recesivo en algunos de ellos, cuatro años después del inicio de la crisis internacional y tres años desde que saltaran todas las alarmas con la caída de Lehman.

A cámara más lenta y en una suerte de déjà vù, los problemas de desconfianza han vuelto a emerger y se han agravado de forma extrema en el seno del sistema financiero internacional. Los mercados interbancarios se cierran, deja de fluir el crédito y los bancos centrales se convierten en respiradores artificiales de unas entidades que apenas interactúan vis a vis con aquellos. El resultado en términos de impacto adverso sobre la actividad, el crecimiento y el empleo también se va a producir, por más que la espoleta que lo propicia en esta segunda fase de la crisis sea distinta. Entonces fue la enorme bola de nieve generada en torno a las hipotecas subprime estadounidenses y otros activos mediante procesos de estructuración y desintermediación descomunales lo que hizo aflorar activos dañados de forma masiva en los balances bancarios.

La Reserva Federal y el BCE ponen en marcha medidas imaginativas que no resuelven el problema

No sin cierta simplificación, ahora lo es la percepción de que algunos países europeos van a ser incapaces, en un contexto de largo periodo de débil crecimiento futuro, de hacer frente al importante aumento de su deuda pública provocado por la propia crisis económica de estos años. Y esta deuda pública de algunos países, también presente de forma masiva en los balances bancarios y de otras entidades financieras, no es sino la reencarnación actual de aquellos activos dañados, fundamentalmente en las entidades europeas.

Las respuestas ahora tampoco pueden ser las mismas. El amplio margen disponible entonces, por ejemplo, para bajar tipos de interés e incluso poner en marcha políticas heterodoxas de expansión monetaria adicionales ha desaparecido. Hoy solo cabe añadir políticas imaginativas, como la puesta en marcha por la Reserva Federal estadounidense esta semana. La decisión de cambiar la composición de su balance, en vez de expandir más el mismo como por dos veces había hecho en estos años, es sintomático del agotamiento del margen disponible. Mediante la compra de un extraordinario importe de bonos a muy largo plazo y la venta simultánea de deuda a corto plazo apenas si aspira a influir en los niveles de tipo a los plazos largos, que por lo demás se sitúan en mínimos históricos. Al fin y al cabo, los tipos a corto ya están en niveles cercanos a cero, con expectativas creadas de que se mantendrán ahí mucho tiempo. La flexibilización adicional que también ha introducido el Banco Central Europeo en su política de provisión de liquidez constituye un esfuerzo que, aunque conveniente, es solo marginal.

Cómo hacer frente al caso griego, al "Lehman europeo", es la principal decisión que se ha de tomar a corto plazo. Descuéntese en cualquier escenario la necesidad de sanear los activos dañados que van a aflorar directa e indirectamente y, en consecuencia, como acaba de explicitar el FMI, la de una nueva recapitalización de las entidades financieras europeas.

Daniel Manzano y Daniel Suárez son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi).

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