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OPINIÓN
Columna
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Conspiración

Juan Cruz

Esta conspiración que urdieron, con algunas excepciones, los consejeros de RTVE para ver antes de tiempo los telediarios esconde una metáfora del irrespeto profesional que arranca de lo más lejano de los tiempos y se consolida en algunas mentes que confunden el culo con las témporas.

Se vieron de pronto con el poder de controlar y decidieron ejercerlo como quien se va a tomar unas copas en la fiesta de Blas. Luego desandaron el camino, pero mientras tanto el dime y direte fue tan vergonzoso que acaso, en lugar de rectificar tan solo, tendrían que haberse ido a su casa a leer poemas de Rilke. Y hubieran vuelto como nuevos y además dimitidos, una sensación tan hermosa como estrenar camisa.

El asunto no es baladí y requiere una reflexión además de un poema. Los consejeros de RTVE son muchos, tienen un enorme poder de obstrucción y lo han ejercido en la historia para interrumpir a los directores y a los presidentes que ha tenido ese organismo. En un acuerdo sin precedentes, el Estado, representado primero por el Gobierno socialista y luego por el Parlamento, decidió hacer de la radiotelevisión de todos una plataforma profesional. A salvo de partidismos y otros atrevimientos.

Fue un soplo de aire puro en un ente envejecido por manías tan arteras como aquella que (y esa imagen la tenemos clavada en la memoria) le hicieron protagonizar los telediarios de Aznar (fueron de Aznar, además de ser de Urdaci) al presidente de PRISA, Jesús Polanco, cuando el Gobierno popular (fue el Gobierno popular) insistió en llevarle a la cárcel paseándolo por la Audiencia y por aquellos telediarios.

Pero ahora ya no iban a ser así las cosas, ya no podría un solo botón controlar las claves de La Moncloa y las claves del Pirulí. Al tiempo, otras televisiones igualmente estatales (todas las autonómicas) se reservaban el derecho de admisión y negaban el pan y la sal, en mayor o menor medida, a las respectivas oposiciones, pues su estructura dependía (depende) del santo mando autonómico...

Duraba mucho el experimento, o eso pensaron los consejeros, despojados del yugo suave del presidente Oliart, a quien defenestraron poco a poco, con esos hachacitos rosa (la frase es de Cabrera Infante) que cayeron sobre él hasta que, harto, se decidió ir a ver pastar en los campos gallegos o extremeños... Y ya con el poder alternativo que les dio la interinidad decidieron jugar a las maquinitas, descubrieron el iNews y dijeron esta es la nuestra. Mandaron a pedir el mando, y Dios la que se armó.

Que se haya armado una buena dice varias cosas, entre otras. Por un lado, que ya los Gobiernos y las oposiciones (y sus fieles escuderos, tirios y troyanos) no pueden hacer lo que les da la gana con el mando; que ya se ha instalado una tradición profesional que hace muy difícil que los consejeros (y aquellos que les mandan) vean el telediario antes que cualquiera de nosotros. Eso parece una tontería, pero tiene un alcance enorme, pues significa que la política ha sido pillada en lo que no tiene que pisar y ahora van a ser más respetuosos. ¿Lo serán? Bueno, vamos a soñar, que es algo que también se hace viendo la tele.

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