20 años para descifrar el mundo
El Igadi celebra dos décadas de estudio "para la proyección internacional de Galicia"
El muro había caído dos años antes. La URSS se descomponía y China quería reemplazarla. En Galicia el Gobierno de Manuel Fraga ya estaba asentado y se preparaba para lanzar una incipiente acción exterior más allá de la diáspora. En este panorama fue en el que en 1991 echó a andar el Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi) "para comprender el mundo desde aquí, para proyectar a Galicia en el contexto internacional".
Nacido de la iniciativa de Xulio Ríos, que lo sigue dirigiendo, y del apoyo de intelectuales de diversos ámbitos, presentes muchos de ellos en su consejo rector -Xosé Luís Rodríguez Pardo, Luís Álvarez Pousa, Enrique Sáez Ponte o Antonio Martínez Puñal-, el Igadi se declara "continuador de la tradición universalista y hondamente humanista del galleguismo histórico". Independiente y sin ánimo de lucro, se implica en todo tipo de iniciativas en colaboración con las Administraciones públicas u otras instituciones como el Consello da Cultura Galega, que refrendarían la frase de que si no existiera, Galicia tendría que inventar el que hoy es uno de los principales think tanks de España.
El instituto lanzó un fondo de ayuda exterior integrado por municipios
Tiene un centro de documentación único en la isla de San Simón
Así lo cree el director general de Relacións Exteriores, Jesús Gamallo, para quien "el Igadi lleva 20 años analizando e investigando el mundo y contribuyendo de forma notable a la proyección de Galicia en el exterior". Desde el BNG su portavoz europea, Ana Miranda, destaca su esfuerzo por hacer valer la Declaración de Derechos Humanos cuando dice que "todo pueblo tiene derecho a existir" y agradece la "proyección internacional de Galicia como nación en el mundo". Y desde el PSdeG su portavoz en materia exterior, José Luis Méndez Romeu, coincide en que su trabajo es "inexcusable en ausencia de otras instituciones similares" y destaca "su atención a situaciones relevantes para el futuro de Galicia como China, Portugal o la UE".
Xulio Ríos agradece los elogios y recuerda que en sus primeros días "el Igadi nació en la soledad": "Tuve que echar mano de los amigos para firmar los estatutos". Incluso ahora sigue la lucha para mantener el nivel alcanzado, ya que también aquí "afecta la crisis, claro está". Pero Ríos mira el lado positivo y prefiere hacer virtud de la necesidad. "Si la salida de la crisis, en lo económico, pasa en buena medida por la internacionalización, también espero que permita aumentar y diversificar las complicidades externas e internas para que se afiance e incluso crezca", reflexiona.
Los apoyos -de las zancadillas no vale la pena acordarse, piensa Ríos- se los ha ido ganando el Igadi con sus análisis, ya fuesen por encargo o para su divulgación en alguna de sus publicaciones. Además de su actualizada presencia en la red y de colaboraciones en medios de comunicación, el instituto edita todo tipo de análisis y documentos y promovió activamente el Libro Branco da Acción Exterior de Galicia, con el apoyo del último Gobierno de Manuel Fraga y asumido en sus líneas teóricas -otra cosa es su aplicación- por los siguientes Ejecutivos autónomos.
El instituto también promueve actividades formativas para estudiantes y conferencias, que este otoño tiene previsto potenciar para celebrar su aniversario. Y para no quedarse en la reflexión, del Igadi también salió el impulso para que los municipos aunaran sus esfuerzos en cooperación exterior y que, sumadas, se rentabilizasen mejor sus aportaciones económicas al desarrollo. Así nació en 1997 el Fondo Galego de Cooperación Internacional, integrado por un centenar de ayuntamientos.
El Igadi afronta su aniversario tras un reciente cambio de sede en el que dejó su diminuto local en Baiona y se trasladó a la isla de San Simón, en el fondo de la ría de Vigo. En la ahora llamada Illa do Pensamento, el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, supo encontrar un hueco para una institución a la que no se había sabido o podido apoyar con un lugar para su trabajo.
Pero el Igadi es más que el espacio físico que alberga su centro de documentación internacional, único en Galicia. Es una red de colaboradores dispersos por todo el mundo, desde investigadores asociados hasta antiguos becarios que ahora, desde China, Estados Unidos o Compostela, siguen ayudando en lo que pueden.
En estos 20 años, sin embargo, no todo han sido victorias. Por el camino han quedado dos figuras fundamentales en el impulso del Igadi: el histórico galleguista Lois Tobío, fallecido en 2003, y el escritor y traductor Fernando Pérez-Barreiro, desaparecido el pasado año. En sus vidas de gallegos en el mundo sigue fijándose el Igadi para que el planeta, visto desde Galicia, no parezca tan grande.
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