El apoyo del BCE suaviza el impacto de la rebaja de la deuda italiana
La intervención del Banco Central Europeo suavizó el impacto en los mercados de la rebaja de la nota de la deuda italiana por parte de Standard & Poor's anunciada en la madrugada de ayer. El organismo regulador volvió a comprar bonos italianos para controlar la presión de los mercados sobre Italia. Así, la prima de riesgo del país (el sobreprecio que se paga por los bonos a 10 años frente a los alemanes) consiguió mantenerse en los 392 puntos básicos, aunque a primera hora rozó los 400. En España, la presión se relajó y la prima cerró en los 358.
Para rebajar la nota a Italia, S&P ha tenido en cuenta el elevado endeudamiento del país, el 117% del PIB, que es mayor que el de otros con la misma calificación. Además, considera que las previsiones de crecimiento diseñadas hasta ahora son demasiado optimistas y las recorta a la mitad. Según la agencia, Italia no crecerá más del 0,7% hasta 2014; frente al 1,3% esperado. También argumenta que los planes de ajuste aprobados solo prevén recortes y ajustes, y no contemplan medidas para reactivar la economía.
En contraste, Standard & Poor's afirmó que España ha reaccionado más rápido que Italia frente la crisis de la deuda y las turbulencias registradas en los mercados.
Frente a la rebaja de la calificación de la deuda italiana, el Gobierno de Silvio Berlusconi respondió ayer echando balones fuera. El primer ministro declaró que la decisión de la agencia no refleja la realidad y aseguró que su Ejecutivo ya ha aprobado medidas para estimular el crecimiento.
La revisión de la nota de la deuda llega en un momento políticamente complicado para el Gobierno de Berlusconi, que camina en un equilibrio precario entre las pretensiones de los miembros de su partido, Pueblo de la Libertad, y del único partido aliado que le queda, la Liga Norte. La agonía del primer ministro es tan patente, que hasta sus aliados se mueven entre bastidores para orquestar la siguiente fase. El ministro de Economía, Giulio Tremonti, se doblega de mala gana a los instintos populistas de Berlusconi y ha renunciado a medidas, como el impuesto de patrimonio.
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