Escudriñando fotogramas
Una treintena de personas integran el equipo técnico del Zinemaldia - Los especialistas visionan y revisan las cintas en busca de fallos
Leire Apellaniz duerme durante el Zinemaldia entre cinco y seis horas diarias. "A veces un poquito más, hasta seis y media", puntualiza. Pero lo que resulta imposible calcular en el trajín de la coordinadora del equipo técnico del Festival de Cine de San Sebastián son las idas y venidas entre las salas que proyectan las películas del certamen -un total de 21 espacios en ocho sedes-, la moviola instalada en un sótano del Hotel María Cristina y el proyector del Victoria Eugenia.
El centro neurálgico del equipo, compuesto por cerca de 35 personas, es un bajo con aire destartalado. Antigua oficina de información de Renfe solo se abre durante el Festival y lo que allí se cuece ofrece una curiosa estampa desde la calle. Los ventanales, a modo de escaparte, descubren a los viandantes a una joven revisando las películas de 35 milímetros.
"Es una especie de control de calidad brutal", explica la coordinadora
Los técnicos tienen experiencia en otros festivales como la Berlinale
"Yo no puedo ver ninguna película, pero mi equipo las ve todas", explica Apellaniz. La aclaración resume el cometido de los técnicos durante el Zinemaldia: visionar todas las producciones para que a la hora de proyectarlas no haya ningún error. "Almacenamos todas las copias, las revisamos y las distribuimos por todos los cines", añade.
El trabajo se traduce en visionado, revisión de la calidad de la copia, del formato, de los subtítulos, redacción de comentarios para el proyeccionista, montaje y proyección en el sitio en el que se va a exhibir. "Es una especie de control de calidad brutal. Debemos analizar con exhaustividad todo lo que nos llega y casi salimos en directo. Tenemos que ir por delante y ser muy previsores", ahonda.
Apellaniz trabaja en varios festivales de España y en el Zinemaldia se rodea de técnicos con experiencia en la Berlinale, Estados Unidos o en la Filmoteca de París. El equipo técnico comenzó a trabajar el 29 de agosto, dos semanas antes del inicio del Festival, con las películas del ciclo de Jacques Demy. "Al principio nos llegan muy pocas y nunca de la Sección Oficial, ni Zabaltegi, sino aquellas que no se están exhibiendo". Cuando el volumen comienza a crecer trabajan de un día para otro.
"Casi siempre hay margen para solucionar algún error", aclara Apellaniz, aunque reconoce que en alguna ocasión han llegado sobre el reloj. Hace dos años, montaron el rollo de Le refuge, de François Ozon, dentro de la Sección Oficial, 20 minutos antes de que comenzara el pase de prensa.
"Nos dimos cuenta de que la película estaba rallada. La tuvimos que encargar. Un laboratorio de París se puso a revelarla un sábado a las nueve de la noche, otro media hora más tarde a doblarla y a las diez un hombre cogió un coche y la trajo hasta aquí", recuerda. La película llegó a las seis de la mañana al Victoria Eugenia.
Más información en la página 37
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