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Reportaje:MÚSICA

La huella de un coloso

La figura del director de orquesta alemán Klaus Tennstedt (Merseburg, 1926- Kiel, 1998) se agiganta con el paso del tiempo. Digno heredero de la mejor tradición germánica, en la línea de grandes colosos como Wilhelm Furtwängler y Otto Klemperer, no tuvo en vida el reconocimiento que su talento merecía -nunca buscó la fama ni tuvo el respaldo de las multinacionales del disco-, pero el paso del tiempo juega a favor de su extraordinaria personalidad musical. Gustav Mahler fue su compositor fetiche. Naturalmente, adoraba también a Mozart, Beethoven, Brahms, Wagner o Strauss, pero con Mahler la identificación era absoluta, con su música, y también con el personaje, motor espiritual de su carrera. Tennstedt admiraba en Mahler la búsqueda permanente de la verdad, el afán por encerrar las pasiones y las miserias de la vida en un universo sinfónico tan agitado como la propia existencia. Dejó una notable discografía en el sello EMI en el que destacan, obviamente, sus memorables grabaciones mahlerianas, pero los archivos procedentes de la BBC nos permiten completar su legado gracias a la magia del directo: la Orquesta Filarmónica de Londres, de la que fue director principal (1983-1987) y director laureado (1987-1994), lanza siete discos en su propio sello que preservan el talento de un director colosal.

Hasta casi cumplir los cincuenta, Tennstedt fue un director prácticamente desconocido fuera de Alemania y Escandinavia. Las óperas de Dresde, Gotemburgo y Kiel resumen su trayectoria hasta 1974, el año de sus triunfales conciertos en Estados Unidos al frente de la Sinfónica de Boston. Todo cambió a partir de entonces: las grandes orquestas de Estados Unidos llaman a sus puertas y ficha por EMI, imponiendo como primer proyecto la grabación de todas las sinfonías de Mahler con la Filarmónica de Londres. Los graves problemas de salud limitaron su carrera. Fumador compulsivo, sufrió una angina de pecho durante un concierto en 1984 y al año siguiente le fue diagnosticado un cáncer en las cuerdas vocales. A partir de entonces su carrera sufre continuos altibajos, con cancelaciones tan sonadas como sus triunfales reapariciones. Venerado por las orquestas británicas y estadounidenses, no vio reconocida plenamente su estatura artística hasta principios de los noventa, tras una memorable versión de la Sexta de Mahler con la Filarmónica de Berlín. Demasiado tarde, sin duda.

Tennstedt daba lo mejor de sí mismo en los conciertos, por eso sus grabaciones en directo son electrizantes. Descubrió la música de Mahler en Kiel, tras abandonar la extinta República Democrática Alemana, y desde entonces fue el epicentro de su vida musical. Las grabaciones que ahora edita la Filarmónica de Londres son algo fuera de serie, en especial la lectura de la Sinfonía Resurrección, grabada en el Royal Festival Hall el 20 de febrero de 1989, de tempi amplios, vivida con acentos mágicos, con una tensión y una fuerza expresiva únicas. El Urlich, cantado en estado de gracia por Jard van Nes, y el apabullante final figuran entre los logros absolutos de la discografía mahleriana. Hay más Mahler de primera en esta entrega, que ofrece notables versiones de las sinfonías Primera, Sexta (grabada en el Royal Albert Hall, en los Proms de 1983) y una impresionante Octava, más las Canciones del camarada errante, con Thomas Hampson. Sorprende también la fuerza, la potencia, la belleza expresiva que irradian sus lecturas de las sinfonías Cuarta, Séptima y Octava de Anton Bruckner grabadas respectivamente en 1989, 1984 y 1981. Son lecciones de un maestro del contraste, capaz de generar una tensión electrizante. Lecciones vitales, como la Novena de Beethoven que dirigió en 1992 para conmemorar el 60º aniversario de la Filarmónica de Londres, con el coro de la orquesta y un cuarteto de ensueño: Lucia Popp, Ann Murray, Anthony Rolfe Johnson y René Pape. Versión asombrosa, no por la perfección, sino por esa verdad musical que Tennstedt ofrecía en veladas irrepetibles. Pura gloria.

Klaus Tennstedt, en 1977.
Klaus Tennstedt, en 1977.LEBRECHT/CORDON PRESS/SUZIE MAEDER

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