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Columna
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El culo y las témporas

La colonoscopia es algo por definición desagradable, metodológico, preocupante y riguroso. Cuando alguien te ordena hacerte una colonoscopia, uno tiene dos salidas: hacérsela urgentemente para ganar tiempo u olvidarse de ella y que el tiempo dicte sentencia, para bien o para mal. Vamos, que el tacto rectal no es ninguna tontería y el médico intenta visualizar el intestino grueso para adivinar o descartar procesos tumorales, entre otras cosas. Eso es la colonoscopia, que pretende detectar posibles casos de cáncer de colon con el tiempo suficiente para reaccionar ante la enfermedad si es que existiera. Eso es la colonoscopia desde hace años y años.

La kolonoskopia es otra cosa. Aparentemente es la traducción al euskera del caso anterior, pero según el vecino de Oñati Kepa Elortza es un asunto visceral. No es lo mismo que te hagan una colonoscopia que una kolonoskopia. Para el intestino grueso, sí, pero para él, no. Porque la colonoscopia es en español y la kolonoskopia, en euskera. Para el vecino oñatiarra, los segundo era más importante que lo primero. Su idioma era más fundamental que su intestino y como no le realizaban dicha prueba en euskera se tiró diez meses exigiéndola y renunciando a hacérsela en español. Al final se la hizo con un servicio de traducción vía telefónica entre especialista y paciente.

El caso, si no fuera grave, resultaría hilarante. A ver, ¿qué habla un colonoscopista con un paciente? Le habla de la colocación adecuada para un tacto rectal y le indica un par de pautas a seguir. Vamos, que manda más el dedo que el idioma. Aún así, nuestro vecino se resistió hasta que le dijeran en euskera que le iban a meter el dedo en el culo para ver como estaba el intestino grueso. Diez meses después supo que no era un tumor, sino unas hemorroides internas. ¿Y si hubiera sido al revés? ¿Qué hubieran significado diez meses de proceso tumoral enfrente de la reivindicación del idioma?

Hay una España cañí y hay una Euskadi carpetovetónica. La que se juega la vida por el idioma, la que diferencia entre que te metan el dedo por el culo en euskera o en castellano o en suajili. Y EA, como un lince, lleva la demanda al Parlamento para criticar la falta de derechos de igualdad de los euskaldunes en Osakidetza. Nadie hoy en su sano juicio, discute la necesidad progresiva de ir equilibrando el conocimiento y el uso de las dos lenguas oficiales de Euskadi. Nadie hoy en su sano juicio irá contra el euskera, aunque el equilibrio pueda ser más o menos rápido. Hay tendencias y opiniones, procesos mejorables, alternativas diversas. Lo que ni el vecino de Oñati ni Eusko Alkartasuna, a estas alturas del partido, pueden celebrar es el riesgo de la vida. No pueden ni deben confundir el culo con las témporas. Nunca mejor dicho.

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