Barroso pide a Merkel que apruebe ya el fondo de rescate para salvar el euro
El ministro alemán de Economía aboga por una "insolvencia ordenada" griega
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, pidió ayer en Berlín que Alemania contribuya a evitar el fin del euro aprobando la ampliación del Fondo de Estabilidad Europeo (EFSF, en sus siglas en inglés). Tras reunirse con la canciller Angela Merkel en la capital alemana, Barroso insistió ante la prensa en que "Alemania tiene más que ganar que perder" con su participación en ese fondo de ayuda financiera. Barroso recordó a los alemanes que "el euro es y será un auténtico enriquecimiento para Alemania y para toda la Unión Europea". Como contrapartida, aseguró que la Unión Europea solo ayudará a "aquellos que se esfuercen en lo posible para poner en orden" sus cuentas.
La canciller critica las palabras de su ministro sobre la situación en Grecia
La canciller declaró más tarde a través de un portavoz que está de acuerdo con Barroso en que "la estabilidad y el crecimiento son las premisas decisivas para un euro estable". La democristiana Merkel (CDU) insistió en que conservar la moneda única es "de una importancia excepcional" tanto para Alemania como para Europa.
La canciller advirtió, no obstante, de que el pago del próximo tramo del multimillonario rescate griego no será posible hasta que se cumplan las condiciones de austeridad impuestas al Gobierno griego.
La advertencia está muy oída, así que el vicecanciller y ministro de Economía, el líder liberal Philipp Rösler (FDP), eligió echar más leña al fuego lento en el que se está cociendo la agonía del euro. En declaraciones a la televisión estatal ARD, Rösler consideró la conveniencia de una quiebra griega. Por primera vez salió de los labios de un alto cargo del Ejecutivo lo que muchos alemanes piensan desde hace meses: "Para estabilizar el euro no podemos permitirnos límites en nuestros planteamientos". Una de las posibles salidas es, según Rösler, "la insolvencia ordenada de Grecia cuando contemos con los instrumentos necesarios para llevarla a cabo". Dice Rösler que el fracaso de las reformas griegas "erosiona la confianza de la gente y de los mercados" en la moneda común. Pide el liberal que se endurezca el sistema de sanciones en caso de que no se cumplan las medidas de austeridad.
Merkel criticó ayer a través de su primer portavoz, Steffen Seibert, estas "especulaciones" sobre una próxima suspensión de pagos griega. Más duro fue el jefe parlamentario de la oposición socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier (SPD), que calificó las declaraciones de Rösler de "idiotez política, poco profesional e irresponsable". Se sumaron a las críticas Los Verdes, a través de su copresidenta Claudia Roth.
Así que a Merkel se le han vuelto a rebelar los liberales, cada vez más imprevisibles. Inusitadamente, cuentan con el apoyo de la tercera pata de la coalición de centro-derecha que gobierna Alemania. Los socialcristianos de la CSU, partido hermano en Baviera de la CDU de Merkel, no quisieron privarse de agravar la imagen de desunión que ofrece el Ejecutivo desde que empezó la crisis de deuda. FDP y CSU formaron ayer una de sus efímeras alianzas coyunturales, de las que solo alcanzan cuando quieren meterle el dedo en el ojo a la canciller. Desde Múnich, la capital bávara, llegaron a Berlín voces amenazantes que piden la salida de Grecia de la Unión Monetaria. Planean los socialcristianos que el Gobierno pida que salgan del euro de los países con demasiadas deudas. El presidente de la CSU, el primer ministro de Baviera Horst Seehofer, dijo ayer que este paso "no puede rechazarse a priori" en el caso griego.
En medio de esta cacofonía, la canciller alemana se enfrenta al reto de ganar la mayoría necesaria para aprobar la aportación alemana al fondo de rescate, que pasará por el Parlamento Federal (Bundestag) el próximo día 29.
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