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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No están a la altura

El G-7 de Marsella se mostró inconcreto sobre las medidas contra la crisis y la inestabilidad

Pocas ocasiones como esta se presentaban tan propicias para que el G-7 concretara decisiones de política económica suficientemente coordinadas para afrontar las sombrías amenazas que pesan sobre las economías avanzadas. Ese grupo nació para articular una cooperación necesaria ante la creciente interdependencia de los países y el aumento del poder de los mercados financieros. Las acciones inicialmente abordadas versaron sobre los tipos de cambio y de interés.

En esta ocasión, lo razonable es que los grandes ahí representados hubieran convenido en acciones tendentes a conseguir la necesaria estabilidad en los mercados financieros, como condición necesaria para la recuperación económica, hoy en vilo. En su lugar han vuelto a la retórica. Reconocen, sí, la vulnerabilidad de la banca europea, e instan a la UE a dejar de ser el foco de tensiones mundial. Pero la apelación a "los esfuerzos concertados" no se plasma en nada concreto. El G-7 no estuvo a la altura de lo necesario.

La capacidad de maniobra de los Gobiernos es ahora más limitada que cuando emergió la crisis en el verano de 2007 y, en todo caso, muy desigual entre las autoridades que estaban representadas en Marsella. La Administración estadounidense acudió a esa cita con un plan consecuente con las exigencias de su economía, aunque ya se verá si es viable políticamente, a tenor de las resistencias del partido republicano. El conjunto del G-7, sin embargo, reconoció la pertinencia de una iniciativa tal, al tiempo que situaba en Europa la necesidad de acciones urgentes con el fin de evitar el contagio, ya bastante explícito en la conducta de los mercados financieros la pasada semana.

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No es fácil, pero es muy necesario, compatibilizar estímulos a corto plazo y saneamiento presupuestario a medio.

En un extremo, las nuevas medidas anunciadas ayer por el Gobierno griego pretenden dar credibilidad a su compromiso de austeridad, asegurarse la ayuda internacional y evitar la hecatombe. Otros países de la eurozona podrían compatibilizar mejor, como aconseja el FMI, las restricciones y los estímulos, caso de Alemania. Pero ese país sigue anteponiendo el compromiso que el propio G-7 adoptó en 2010 de reducir los déficits públicos a la mitad en 2013. La continuidad de la unión monetaria y de la estabilidad financiera global dependen mucho de que Berlín flexibilice esa actitud.

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