El edén sumergido de las islas Cíes
Seis investigadores se unen para difundir la riqueza subacuática de las rías
El paraíso de las islas Cíes no acaba en la fina arena de Rodas, coronada en 2007 como la mejor playa del mundo por el rotativo británico de The Guardian y, otra vez esta semana, por los lectores del diario electrónico 20minutos. Las aguas frías que rodean el archipiélago que mira a la ría de Vigo esconden un edén submarino al alcance de muy pocos ojos y con un gran potencial para el lucrativo turismo de buceo.
Seis investigadores gallegos, biólogos marinos, doctores y licenciados en Ciencias del Mar- vinculados al Instituto Oceanográfico de Vigo (IEO) y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), son el núcleo de Amares, una asociación de nuevo cuño para la difusión del patrimonio subacuático de las rías gallegas que "poco o nada tiene que envidiar a los fondos del Mediterráneo", opina Jorge Hernández, biólogo marino y uno de sus promotores. Hernández señala la oportunidad de presumir de litoral preservando a la vez su riqueza mediante un tipo de turismo subacuático que "supone una buena fuente de ingresos".
"El archipiélago es el paradigma de la biodiversidad de las rías gallegas"
Buceadores furtivos hacen peligrar los tesoros de los fondos marinos
Amares aspira a elaborar una guía de buceo por las rías y rutas por los pecios hundidos en la ría de Vigo durante la legendaria batalla de Rande, en 1702. Los biólogos compaginan su trabajo con multitud de inmersiones que les sirven para fotografiar y documentar los fondos galaicos con sus propios equipos y consideran las Cíes como la joya de la corona del submarinismo atlántico.
De las 3.091 hectáreas protegidas en las Cíes, el corazón del Parque Nacional de las Illas Atlánticas, solo 433 son terrestres. Las 2.658 hectáreas de fondos marinos que circundan las islas de Monteagudo, Faro, y San Martiño son, a juicio de los biólogos, el mejor ejemplo de la biodiversidad de las rías gallegas. Una versión mejorada con aguas más límpidas, blindada contra la sobreexplotación pesquera y poblada por cientos de especies que se nutren del valioso plancton que las corrientes oceánicas arrastran hasta las costas gallegas, y que han hecho de las rías lo que son, una explosión de vida submarina.
La fachada occidental de las islas es un acantilado rocoso poblado por bosques de algas pardas y crustáceos (percebes, lapas y mejillones) capaces de soportar la constante embestida de las olas. En la cara oriental, se combinan playas y fondos arenosos, de roca o cascajo (restos de conchas) que son el hábitat favorito de navajas, almejas, cangrejos ermitaños, erizos, centollas, pulpos, lubinas o rodaballos. Parte de la biodiversidad submarina de las Cíes ha sido documentada por Jorge Hernández Urcera y Lidia Fuentes, en un artículo todavía inédito para el boletín de una publicación científica. Cuentan que bajo las aguas de las Cíes hay "extensos bosques de laminarias y verdaderas praderas submarinas" que se extienden entre Faro y Monteagudo.
Jorge se colgó la botella por primera vez hace 13 años y desde entonces ha realizado cerca de 200 inmersiones, 40 de ellas en las Cíes, unas por ocio y otras por trabajo. A 25 metros de profundidad, ha compartido viaje con centollos, bogavantes y caballitos de mar explorando la verticalidad "de paredes de roca con mucha vida" entre bancos de congrios, maragotas e incluso algún pez luna, pero destaca la gran variedad de nudibranquios de las islas, unos pequeños moluscos hermafroditas y venenosos que se arrastran lentamente sobre las rocas. El intenso color de sus membranas tóxicas es su mejor arma para disuadir a los predadores y captar la atención de los fotografos submarinos.
Cualquiera de los miles de turistas estivales que atracan en la isla do Faro sobrepasando de largo el cupo legal puede calzarse unas aletas y un tubo para bordear las rocas, pero la biodiversidad se oculta unos metros más abajo. El buceo con botella en las Cíes se controla al milímetro y la demanda ha crecido mucho en la última década. "Cada vez hay más demanda, porque hay más oferta y mejor reglada", explica Josué, propietario de BuceoBalea, enclavado en Bouzas. Solo los buceadores titulados y asegurados pueden explorar los tesoros de las Cíes con un permiso específico que les exige indicar de antemano la zona y horario de inmersión, que controlan los guardas del parque nacional. Está terminantemente prohibido coger conchas, plantas o animales, voltear rocas o hurgar en grietas y cuevas.
Con todo, hay buceadores furtivos que esquilman las islas y su marisqueo de estraperlo "es bien sabido por todos", explican desde el centro de buceo. "Debajo del agua, esta gente [los furtivos] hace lo que les da gana, incluso con dinamita", apunta Josué. Opina que la apuesta por el buceo turístico en las Cíes pasa por prohibir la pesca comercial, fijar cupos de submarinistas y reabrir la isla de San Martiño y el islote Boeiro, reserva marina vetada a buceadores y que irónicamente, es "la zona más espectacular".
El dueño de Balea, que coopera con Amares, sostiene que el potencial submarino de la ría de Vigo es enorme y pone como ejemplo los restos de un pecio hundido en la zona de Estelas, recubierto de gorgonia blanca que refulge a la luz de las linternas. "Si en las islas Medas (Girona) hay que bajar 30 metros para ver un pez, en Cíes puedes ver bancos enteros a cinco". Sugiere que se pueden organizar rutas diurnas y nocturnas, marcando las rutas con boyas y ofertar charlas de biología divulgativa para captar un turismo muy rentable y respetuoso con el medio marino.
Una joya arqueológica bajo las aguas
El Ministerio de Medio Ambiente es el primero en reconocer que la mayor riqueza de las islas Cíes se encuentra sumergida. "En sus entrañas, en el fondo del mar, se guardan las más preciadas riquezas ecológicas del parque custodiadas por los cañones de buques hundidos", destaca la web ministerial.
Entre los barcos que se fueron a pique en la ría de Vigo se cuentan al menos seis pecios del siglo XVIII y otros tantos que naufragaron siglos después. Esta mina de arqueología subacuática está siendo documentado por la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de acuerdo a un convenio entre el Gobierno gallego y el Ministerio de Cultura para el desarrollo del Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.
Jorge Urcera trabajó como buzo voluntario en las prospecciones de Archeonauta, S L y asegura que la ría custodia los restos desmembrados de cargueros de acero, barcos pesqueros y submarinos que "asoman sus cuadernas entre la arena como costillares abiertos". Un fondo marino inexplorado de vida y leyenda justo al oeste de la ciudad de Vigo.
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