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Retos de la universidad

La Universidad es una institución milenaria. Nació en torno al año 1100 en la ciudad de Bolonia y desde allí se fue extendiendo a otros lugares de Europa como La Sorbona (París), Montpellier, Coimbra, Salamanca, Santiago de Compostela, Oxford..., llegando incluso a cruzar el Atlántico para establecerse en primer término en Santo Domingo (República Dominicana) y otras ciudades pertenecientes al antiguo imperio español como Córdoba en la actual República Argentina. Durante estos casi diez siglos su proliferación ha sido impresionante, hasta el punto que resulta muy difícil cifrar, hoy en día, el número de universidades existentes en el mundo.

Varios son los retos a los que la universidad (y en particular la española) debe enfrentarse en la actualidad. A dos de ellos hizo referencia el Secretario de Estado de Universidades, el profesor Marius Rubiralta en una reunión con rectores que tuvo lugar durante el verano en Benicàssim (Castellón). Tales retos son, de un lado la internacionalización, del otro la flexibilidad. A estos dos, en mi opinión, habría que añadir otros dos, que a su vez están relacionados, a saber: la financiación y la sostenibilidad.

Gracias a las nuevas tecnologías la universidad es la que se desplaza hasta donde está el estudiante

Desde el punto de vista de la internacionalización, las nuevas tecnologías, los rankins, la universalización de los conocimientos, el propio Espacio Europeo de Educación Superior..., son circunstancias que desdibujan el ámbito territorial de las universidades. La mayoría de los estudiantes realizan la elección de la universidad donde cursar sus estudios mayoritariamente por razones de proximidad. Sólo cuando en la universidad o universidades más cercanas no se ofertan los estudios apetecidos o en casos especiales por el prestigio que algunos centros, la elección conduce al estudiante a otra universidad más distante. Si bien cada día es mayor el número de alumnos que gracias a las nuevas tecnologías buscan cursar sus estudios o ampliar sus conocimientos, por medio de másters o cursos de especialización, aprovechando la oferta mundial. De hecho, bien mirado, por el prestigio del que gozan las universidades españolas, este reto de la internacionalización puede convertirse en una fortaleza u oportunidad si especialmente se explotan aquellos destinos en los que ese prestigio es más patente, gracias a la comunidad idiomática de la que España forma parte y a la propia importancia del español, como es Iberoamérica. Para ello las nuevas tecnologías nos pueden ser de gran ayuda, pues gracias a ellas puede ser la universidad la que se desplace hasta donde está el estudiante.

Las Administraciones públicas han destinado una parte muy cuantiosa de sus presupuestos a la dotación de infraestructuras y plantillas de profesores y personal de servicios de las universidades. La crisis económica, la propia evolución de las preferencias de los estudiantes, el mero paso del tiempo que hace que se alteren las cosas, pero sobre todo la globalización académica y tecnológica así como el proceso de Bolonia están creando una serie de dificultades de adaptación. Bien sea por sí mismas o a través de otras de índole más flexible, las universidades españolas tienen el reto de dotarse de instrumentos que permitan adaptar la posible rigidez de sus estructuras a esas nuevas demandas educativas o que conduzcan a rentabilizar y hacer sostenible el gran esfuerzo inversor que el Gobierno central y las comunidades autónomas han hecho con respecto a nuestro sistema universitario.

En un contexto de crisis económica y de reducción (incluso por imperativo constitucional) del déficit público, las universidades españolas tienen el reto de encontrar fuentes de financiación que vayan más allá de las procedentes de los presupuestos públicos. Algunas ya lo hacen en una parte cada vez más importante por medio de patentes y servicios que se prestan de manera remunerada a la sociedad. Aún así para subvenir a los tiempos que se avecinan habrá que dotarse de instrumentos de flexibilidad y colaboración que permitan aumentar los ingresos de las universidades más allá de las aportaciones públicas, las patentes, los servicios y las tasas académicas. Seguro que entre todos somos capaces de imaginar y crear tales instrumentos.

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El último gran reto que las universidades tienen ante sí es el de hacerse sostenibles en el ámbito del Estado del bienestar del que forman parte. Del mismo modo que se indicó antes, las universidades, como auténticos y genuinos centros de generación de ideas y proyectos han de ser capaces de idear la fórmula por la cual ellas mismas han de dejar de ser parte del problema que hay que resolver respecto de la sostenibilidad del Estado del bienestar para convertirse en parte de la solución de dicho problema. No basta con decir que han de ser la I+D+i, esto es, la ciencia y la innovación, las que han de permitirnos superar esta crisis, hay que conseguir que sea una realidad.

La universidad va a seguir adaptándose para cumplir su importantísima función. Lo que diferencia este momento de otros próximos y anteriores es que la necesidad del cambio acaso sea mayor y se tenga que producir en menos tiempo.

Juan Manuel Badenas Carpio es rector de la Universidad Internacional Valenciana. VIU.

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