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Los talibanes usan artefactos más sofisticados y letales

Miguel González

El artefacto que el pasado 26 de junio costó la vida a dos soldados españoles en Afganistán tenía unas características especialmente perversas. No solo contaba con la mayor carga de explosivo empleada nunca por los talibanes contra las tropas españolas -más de 30 kilos- sino que iba equipado con un doble sistema de activación: por presión y por mando a distancia.

Los investigadores no están seguros de cuál era el objetivo del doble sistema: si cerrar por control remoto el circuito de la trampa de presión en el momento en que se acercara la víctima elegida; o anular la eficacia de los inhibidores de frecuencia con los que van dotados los blindados españoles. Se trataba, en cualquier caso, de que los soldados no pudieran escapar a la trampa mortal tendida por la insurgencia.

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Pero el método utilizado en ese atentado no es una sorpresa. Ya a principios de este año la OTAN consiguió desactivar un artefacto con doble sistema de activación en la provincia de Badghis, bajo responsabilidad española, y otro de las mismas características explotó este verano contra una patrulla afgana. Lo único seguro es que los insurgentes cuentan con mejores expertos y utilizan técnicas cada vez más sofisticadas.

Por eso resulta desesperadamente lenta la mejora de los métodos de protección. Defensa encargó en 2009 a la empresa Indra un nuevo inhibidor de frecuencias capaz de neutralizar los mandos por control remoto sin interferir en las comunicaciones de los propios militares. El nuevo equipo debía basarse en tecnología digital -y no analógica, como el ahora en uso- mucho más precisa y flexible, capaz de adaptarse rápidamente a los cambios de frecuencias empleados por los talibanes. Sin embargo, el inhibidor aún no está operativo y se desconoce cuándo podrá estarlo.

Menos complicados desde el punto de vista tecnológico parecen los rodillos que se instalan en los blindados para provocar la explosión de eventuales minas. Pese a ello, los únicos rodillos antiminas disponibles en el mercado se fabrican en Estados Unidos, por lo que la demanda es muy superior a la oferta y existe una larga demora para cumplimentar los pedidos. Fuentes militares restan importancia a este hecho, alegando que los rodillos no son la panacea, pues solo resultan completamente eficaces en firmes en buen estado, que no abundan precisamente en Afganistán.

En estas condiciones, alegan, hay que confiar en tener buena información, mejor instrucción y algo de suerte.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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