Cohete español en Lituania
Navarro lanza a la selección de Scariolo hacia un triunfo demoledor sobre la anfitriona y clara aspirante al título
El descomunal acelerón de Navarro, la impecable puesta en escena del equipo de Scariolo y su bofetón táctico a un rival que no vio por dónde le llegaban las oleadas de juego y canastas, de tantas y tan variadas como fueron, desnaturalizaron el pulso con un rival que pintaba fiero como Lituania, pero que no tuvo otro color que el rojo español.
La superioridad técnica y física de España, en el uno contra uno y en el juego colectivo, se puso de manifiesto con una contundencia inusitada, inesperada a tenor de cómo habían transcurrido las tres jornadas anteriores, solo suavizada en los compases finales, cuando la suerte ya estaba echada. Los lituanos apretaron los dientes entonces para salvar el honor y amortiguar un varapalo muy superior al que da a entender la diferencia final de solo una docena de puntos cuando durante varias fases del encuentro se mantuvo en torno a la treintena.
Ante Gran Bretaña solo anotó uno de sus 11 tiros. Un día después: 22 puntos
Calderón hizo polvo al base Kalnietis desde el primer ataque, finalizado con el primer triple de una serie tremenda. Navarro desquició a Kaukenas, que en el segundo minuto ya había sumado dos faltas en un vano intento de frenar la fuerza desatada de un tipo con una determinación y una mano de muy difícil comparación. Y, además, con una fuerza mental y un descaro asombrosos. Pocos son capaces de hacer lo que hizo solo un día después de haber tenido un día nefasto en el partido contra Gran Bretaña, en el que solo anotó uno de sus 11 lanzamientos. Su respuesta: 18 puntos, con cuatro de seis en triples y cuatro asistencias en una primera parte de libro para un total, en definitiva, de 22.
La máquina española funcionó como un torbellino. Los lituanos no encontraron un punto de inflexión de la dimensión necesaria para agarrarse al partido ni cuando pusieron en escena a su líder Jasikevicius, ni cuando se refugiaron en una zona en la defensa, ni cuando cargaron el juego sobre Songaila ni cuando presionaron en toda la cancha. Solo su perla, Valanciunas, un pívot de 19 años, les reactivó de forma mínima en el primer cuarto, cuando ya había alcanzado España una ventaja de 15 puntos. Pero siempre fueron a remolque.
Cuando no fue Navarro, fue Calderón, cuando no Rudy Fernández. Entre todos limpiaron de un plumazo el borrón que acumulaba el equipo desde el inicio de la competición: su tiro exterior. Cambiaron el 22% que acumulaban en triples hasta este partido por un fantástico 50% ante los lituanos, con 13 aciertos, de los cuales dos los firmó Pau Gasol.
Solo una serie de triples de Pocius y Kalnietis y el turbo de Jasikevicius propulsaron a Lituania en el tercer cuarto. Rebajó su desventaja a 19 puntos (59-78), kilométrica aún, pero muy inferior a los 31 que había llegado a soportar (36-67) ante una afición que aceptó el baño con deportividad y cuyo entusiasmo y apoyo no decayó pese a la evidencia de los hechos.
Una vez descerrajado el partido, Scariolo y su equipo solo tuvieron que modular sus esfuerzos y evitar que Lituania consiguiera una vuelta de tuerca. Era difícil. Pero tampoco imposible. Y posiblemente alguien debió recordar que también España iba en plan rodillo en el partido disputado hace un año ante Lituania en el Mundial y, sin embargo, tras acumular 18 puntos de ventaja tras 25 minutos (61-43), acabó perdiendo aquel partido por 70-73. Ya sabían cómo son capaces de gastárselas los lituanos.
Pero esta vez no corrió peligro en ningún momento el triunfo y hasta Ibaka acabó cuajando un notable partido con 15 puntos y nueve rebotes. Funcionó todo el equipo a satisfacción a pesar de que los lituanos apretaron y apretaron hasta que lograron maquillar el correctivo.
La victoria da a España un espaldarazo indudable por la forma como la consiguió y el rival del que se trataba, así como la clasificación aritmética para la segunda fase del torneo y, por añadidura, contabilizando ya un triunfo importante, el obtenido ante Lituania.
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