El esqueleto del Circo del Sol

El espectáculo de 60 técnicos trabajando en el levantamiento de la lona que se apoya sobre 100 postes metálicos y cubre una gran carpa de 4.500 metros cuadrados parecía ayer uno de los números que ha hecho famoso en todo el mundo a la compañía canadiense Circo del Sol. Desde hace dos semanas, 315 personas trabajan a destajo en el Charco de la Pava, en Sevilla, para montar toda una ciudad efímera: tres carpas que albergarán Corteo, una de las creaciones más teatrales de la compañía que nació en Montreal en 1984 con 74 personas y en la que actualmente trabajan 5.000, de los cuales 1.300 son artistas.

Corteo, el primer montaje de Circo del Sol que incluye diálogos, podrá verse en Sevilla desde el próximo día 7 de septiembre hasta el 16 de octubre. Se trata de la producción más grande realizada por la compañía de cuantas han salido de gira.

El espectáculo es el quinto que la compañía de Canadá ofrece en Sevilla

La carpa principal, la que levantaron ayer los montadores en el Charco de la Pava, tiene capacidad para 2.700 espectadores, un diámetro de 51 metros y una altura de 17 metros. Aunque el espectáculo, una historia que se mueve entre la realidad y el sueño en un ambiente de finales del siglo XIX, es pura lírica; al Circo del Sol siempre le rodean abultadas cifras.

"En gira somos 165 de 28 nacionalidades, de las cuales 62 son artistas. Nos movemos con 81 trailers que transportan 1.000 toneladas de materiales. Corteo, que se creó en Montreal en 2005, está de gira por Europa desde enero de este año. En España hemos estado ya en Madrid, Valencia y Alicante. Después de Sevilla, iremos a París y luego a Barcelona, la última ciudad española", explicó ayer Adrián González, responsable de comunicación de Corteo.

"Mauro, un payaso, piensa en quién iría a su funeral si se muriese. Así comienza la historia de este montaje, en el que todos los artistas usan su verdadero nombre, y que el público no sabe si está ocurriendo en realidad o es un sueño. Los diálogos originales son en italiano, pero aquí hemos intercalado partes en español", añade González.

Un peligroso número de trampolín en el que los acróbatas saltan sin protección alguna; un grupo de 10 trapecistas que en lugar de barras para hacer los ejercicios usan su propio cuerpo y un número impregnado de poesía en el que la liliputiense Valentina vuela sobre los espectadores agarrada a un manojo de globos, centran este montaje que hace un repaso y un homenaje a sí mismo: al circo.