El último destello de los 'señores del ladrillo'

La batalla por el control de Repsol no se libra en el terreno energético. En realidad, es el último destello de una era dominada por los señores del ladrillo, hoy casi en extinción. El desembarco de Sacyr en Repsol en 2006 se hizo al más puro estilo inmobiliario: mediante un superpréstamo garantizado por las propias acciones de la petrolera, dando por hecho que se iban a revalorizar.
Pero la cotización cayó. Y comenzaron los problemas. La constructora compró su 20% de Repsol por 6.525 millones, con un coste medio de 26,71 euros por acción, casi ocho euros por encima del valor del lunes (ayer cerraron a 19,68 euros), por lo que si las vendiera ahora tendría una minusvalía de cerca de 2.000 millones.
Sacyr anunció en julio la renegociación de su crédito. Necesita imperiosamente que las acciones no caigan porque, a partir de un nivel, debe aportar garantías adicionales a los bancos acreedores (Santander, Citigroup, Calyon y Caja Madrid, fundamentalmente). Y, con el negocio constructor en caída libre, no tiene fácil aportarlas desde Sacyr.
De hecho, Del Rivero está contestado en el propio Consejo de Sacyr. En la última junta tuvo que aplacar una rebelión encabezada por socios de la talla de Juan Abelló y Demetrio Carceller, que no están de acuerdo con cómo se está llevando la inversión en Repsol y critican el aumento de poderes ejecutivos de Del Rivero.
El constructor murciano nunca ha escondido su ambición ni su afición por manejarse en los bastidores del poder. Tras adquirir la inmobiliaria Vallehermoso a un precio entonces récord para crear el mayor grupo constructor español, sintió que el mundo del ladrillo se le quedaba pequeño. Así que orquestó el asalto al poder del BBVA en 2005. Se trataba de derrocar a Francisco González, que había asumido la presidencia del banco en 2000, bajo el Gobierno de Aznar. Así que Del Rivero buscó la complicidad del nuevo Ejecutivo socialista. Muchos escribieron que la obtuvo del ministro, Miguel Sebastián, que había salido del banco por la puerta de atrás.
La operación de Repsol también puede tener ese trasfondo político. El presidente de Sacyr tal vez tenga prisa por asegurarse su control antes de las próximas elecciones, para evitar los recelos que causaría en un posible Gobierno del PP.
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