Bayo barroca
Un concierto de la soprano María Bayo acompañada por la Academia 1750, la orquesta histórica del festival, dirigida por Stefano Demicheli, clausuró el viernes la trigésimo primera edición del Festival de Torroella de Montgrí.
El programa de esta nueva producción del festival, que está previsto que se acabe convirtiéndose próximamente en un disco, se centró en la figura de Giovanni Battista Ferrandini (1710-1791), un compositor veneciano, activo en Alemania en la primera mitad del siglo XVIII, muy poco conocido actualmente y cuya principal obra, Il pianto di Maria, fue atribuida durante siglos a Händel.
En la primera parte, precedida por una Sinfonía en Si bemol mayor, del mismo Ferrandini y de interés relativo, se interpretó el ya citado Pianto di María, una pieza en la que se alternan episodios tratados en forma de recitativo acompañado de intenso dramatismo con momentos de mayor vuelo lírico, pero siempre en el contexto de una expresividad febril y en el ámbito estético de una sensibilidad italiana tardobarroca en la que ya no hay fronteras entre ópera y música sacra.
Escrito en un registro que requería una voz de mezzosoprano más que de soprano, Bayo nunca pareció sentirse cómoda con este Pianto que la obligaba a sumergirse con notas largas en su zona grave, una región en la que su voz pierde cuerpo y la administración del aire se le hace difícil.
En la segunda parte, bien interpretado en la parte solista por Marco Brolli, se presentó el Concierto para flauta en Si bemol mayor (IV-2), de Manuel Pla, el mediano de los hermanos Pla, una estirpe de intérpretes-compositores españoles del siglo XVIII que figuran en la lista de los olvidados y que gracias a los esfuerzos de Torroella, que los ha programado en diversas ocasiones, han pasado a ser los más populares de la lista de los olvidados. Se siguió con otro Ferrandini importante, la Cantata Ecco quel tronco para soprano, flauta, cuerda y bajo continuo. Escrita en un registro más adecuado a su voz, María Bayo pareció sentirse ahora más cómoda pero tampoco se alcanzó aquí la excelencia pues, al igual que en la primera parte, la relación de la cantante con la pieza y con el conjunto orquestal estaba más hilvanada que cosida y daba la sensación de que falta aún más ensayo.
Maria Bayó cerró su actuación interpretando a modo de bis la celebérrima aria Lascia ch'io pianga del Rinaldo de Händel.
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