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Reportaje:

Un día más de Sant Roque

Tres mujeres se sientan este año en la comida tradicional de la cofradía de Llodio - El festejo recupera el clima de normalidad

A las dos en punto, el mayordomo de la Cofradía de Sant Roque de Llodio tomó ayer el micrófono para pedir a los asistentes que ocuparan su sitio en las largas mesas instaladas en el pórtico de la iglesia de San Pedro de Lamuza. Una breve bienvenida, un padrenuestro y comenzó la comida que todos los años celebra la cofradía, una entidad que supera los 400 años de historia, cada último domingo de agosto.

La noticia ayer era que el vino se iba a servir en las jarras de cerámica que ya estaban sobre la mesa, con un litro por comensal, después de un par de años agitados por el dilema entre mantener la presencia exclusiva de hombres en la celebración o ponerse al día, como pidieron el Ararteko y la Defensoría de la Igualdad, para permitir que se sentasen a la mesa las mujeres que lo desearan. "Ya volvimos a la normalidad el pasado año", comentaba un cofrade, orgulloso de volver a lucir el polo conmemorativo del 400º aniversario de la hermandad. "Se aceptó que entraran las mujeres y se acabó la polémica", añadió.

"Se aceptó que entraran mujeres y se acabó la polémica", indica un cofrade
Casi 380 personas se sentaron en el pórtico de la iglesia de San Pedro de Lamuza

El número de asistentes a la comida no se cuenta por cubiertos. La tradición manda que sea por jarras de vino: 94 con capacidad para cuatro comensales cada una. Entre las 376 personas participaron ayer tres mujeres, una más que el pasado año.

Entran las mujeres, pero las reglas establecen que sea en el lugar que ocupaba con anterioridad un varón de su familia. Repitió este año Estibaliz Gorostiaga, hija del cofrade Pablo Gorostiaga, exalcalde de Llodio y exparlamentario de Euskal Herritarrok, quien cumple 14 años de condena por el caso Ekin, el macrosumario contra el entorno etarra.

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Por vez primera acudía Gentzane Belaustegigoitia para sentarse en el lugar de su padre, Gentza. Emocionada y con un lazo de luto en la pechera, Gentzane recordaba que fue voluntad de su padre, fallecido el pasado 1 de agosto, y deseo suyo el acudir a la comida de la cofradía. "Estoy cómoda porque conozco a casi todos los que están por aquí y estaré junto a mis hermanos", decía entre saludo y saludo a los cofrades que le rodeaban. La tercera mujer fue Ana Abecia, viuda de otro componente de la entidad. El exlehendakari Juan José Ibarretxe, miembro de la cofradía, no acudió a la reunión. Dejó de hacerlo cuando estalló la polémica por la exclusión de las mujeres y no ha vuelto.

El menú se mantuvo en la más estricta tradición: sopa de pan de pistola, garbanzos con berza, zancarrón con tomate, pollo asado y, de postre, una pera. Y, como siempre, una guindilla por cabeza para acompañar.

La novedad fue el vino, elegido en una cata celebrada el primer domingo de agosto, cuando, como manda la tradición, la cofradía acude a la ermita del santo. Fue un tinto de año de la bodega Hermanos Pascual, de Baños de Ebro, en la Rioja Alavesa.

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