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La fresa tira de mano de obra local

Empresarios y Ayuntamientos apuestan por trabajadores autóctonos

Se acerca la temporada de la campaña agrícola de la fresa en Huelva, que comenzará con las labores de siembra en octubre. Grupos de inmigrantes del norte de África y Europa del Este empiezan a llegar a España esperando conseguir un empleo, pero este año, como ya se hizo el año pasado, los empresarios y Ayuntamientos apuestan por dar preferencia a los parados censados en los municipios, independientemente de la nacionalidad de origen de estas personas, siempre que se hallen en situación regular.

Si a principios de la semana el secretario provincial de UGT en Huelva, Luciano Gómez, desató la polémica al calificar de "xenófoba e ilícita" la iniciativa que han tomado algunos municipios onubenses por priorizar la mano de obra local en las campañas agrícolas frente a los contratos en origen, cayendo en un proteccionismo quizás injustificado, el viernes la Asociación de Parados de Almonte hizo un llamamiento a todos los ciudadanos empadronados en el municipio para que se apunten en la bolsa de empleo "urgentemente". La urgencia de este comunicado radica, según el portavoz de la asociación, "en el propósito de empezar a llamar a gente a trabajar a principios de septiembre".

"Hay que contratar personal local para hacer frente a la crisis y al paro"
La campaña de la fresa está diseñada para un perfil de jornalero extranjero

El Ayuntamiento de Cartaya también se ha esforzado en incentivar el empleo local, y su alcalde, Juan Miguel Polo, lo explica: "Intentamos defender que a los casi 600 trabajadores locales dispuestos a trabajar en la campaña se les dé prioridad en la bolsa de empleo. Cuando se necesite más mano de obra se irá a buscar fuera de nuestras fronteras, como se ha hecho siempre".

Por su parte, el presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), José Luis García Palacios, declaró que aunque la cualificación de la mano de obra "es fundamental e importante, hay que seguir priorizando la contratación de los trabajadores autóctonos para hacer frente a la situación de crisis y desempleo, aunque ello suponga que se reduzca la llegada de mano de obra con mayor cualificación".

Desde años atrás siempre se ha contado con la mano de obra de extranjera para estas labores. Los autóctonos no habían mostrado, hasta la llegada de la crisis, ganas ni interés por participar en la campaña: "Hay andaluces que se desplazan a la vendimia francesa o la aceituna de Jaén (donde se paga el salario más alto, entre 52 y 54 euros diarios). Pero la campaña de la fresa, por la que se pagan 35 euros por jornal, está diseñada para un perfil de trabajador de origen extranjero. Las condiciones son más precarias", explica Pedro Marcos, de la Federación Agroalimentaria de UGT. Marcos, al contrario que su compañero sindical Luciano Gómez, aboga por la contratación local: "Por convenio, mientras haya trabajadores nacionales dispuestos a trabajar, deberían darles a ellos estos empleos, aunque carezcan de la experiencia en la fresa adquirida en los últimos años por los trabajadores extranjeros".

Ahora todos quieren el empleo, autóctonos e inmigrantes, aunque unos lo tienen más difícil que otros. Los inmigrantes necesitan ciertos requisitos para obtener la regularización: tres años de residencia en España, un certificado de antecedentes penales de su país de origen, un certificado de arraigo social, y un contrato de trabajo de un año. El problema son las dificultades burocráticas con que se topan los inmigrantes que, aún cumpliendo estos requisitos, encuentran trabas para obtener los permisos. La Administración se demora hasta nueve meses para concertar las citas; las campañas agrícolas no duran un año, sino unos pocos meses, por lo que es difícil presentar el contrato anual. "Para los empresarios es demasiado complicado y farragoso hacer estos contratos, por eso apenas se busca mano de obra en los asentamientos", declaran fuentes de Cáritas Huelva.

A estas dificultades se une el problema social de los asentamientos, que inicialmente están pensados para ser puntuales y se están convirtiendo en permanentes, lo que lleva a una situación de exclusión y marginación social de los inmigrantes, que viven en unas condiciones penosas.

Desde la patronal de empresarios de la fresa, Freshuelva, prefieren evitar el asunto y optan por no pronunciarse al respecto: "La plantación no empieza hasta octubre y ahora es época de vacaciones para la mayor parte de las empresas".

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