Los rebeldes se lanzan a la caza de Gadafi y ponen precio a su cabeza
El dictador llama al martirio de los suyos desde su escondite
Convertido en fugitivo, con una recompensa sobre su cabeza de 1,7 millones de dólares y con la promesa de amnistía para cualquiera de sus colaboradores que ponga fin a su vida, Muamar el Gadafi, tal como había prometido, no se rinde. A poco más de un mes del 42º aniversario del golpe de Estado que le aupó al poder, el dictador aseguró que su huida anteayer de Bab el Azizia, su fortaleza en la caótica Trípoli, es solo un movimiento "táctico" e hizo un llamamiento a sus fieles en la capital a combatir por la victoria o el martirio.
Le persiguen con empeño los rebeldes, convencidos de que se esconde en Trípoli, donde el tableteo de las ametralladoras, el zumbido de cohetes y lanzagranadas y algún bombardeo de la OTAN se escucharon durante todo el día. Las columnas de humo ennegrecieron el cielo. En Bengasi, capital de los sublevados, crece la consigna de que hay que conquistar Sirte, ciudad natal del dictador, para evitar la contraofensiva, según informa Álvaro de Cózar.
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