El difícil encaje del déficit cero en la Constitución
El freno al endeudamiento que, desde 2009, consagra la Constitución alemana es el mayor exponente de la obsesión de la canciller Angela Merkel por mantener bajo control las cuentas públicas. Una exigencia que ahora, con el apoyo de Nicolas Sarkozy, quiere blindar en toda la zona euro antes del próximo verano.
La llamada regla de oro alemana limita al 0,35% del PIB el déficit público en el que puede incurrir cada año el Gobierno y se aplicará a partir de 2015. Sarkozy, que ya ha mandado una propuesta de reforma constitucional al Parlamento francés, aboga por una redacción menos estricta: el Ejecutivo, una vez elegido, estaría obligado a detallar en qué momento de su mandato alcanzará la estabilidad presupuestaria y cómo lo hará.
Incorporar en la Constitución de cada país este tipo de compromiso será arduo, incluso con el respaldo de todos los Gobiernos, condición que ahora no se da. En España, por ejemplo, el Ejecutivo mantiene que la Ley de Estabilidad Presupuestaria ya es suficiente. El intento de reforzarla con una regla de gasto aplicable a todas las Administraciones se ha saldado con un resultado agridulce: las comunidades, el nivel administrativo del que más dudan los mercados, han aceptado aprobar una regla, pero con sus propios criterios.
Si el Gobierno español decidiera asumir la exigencia franco-alemana, el camino para una reforma express se antoja casi imposible: solo con que se oponga una décima parte de los diputados, habría que disolver las Cortes y convocar referéndum.
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