Bandoleros en la era romántica
Una ruta revive las aventuras de 'El Tempranillo' por Córdoba, Málaga y Sevilla
En el siglo XIX campaban por las sierras de Andalucía, a lomos de sus caballos, unos peculiares bandidos que se dieron en llamar bandoleros y cuyas vidas han servido de inspiración para crear rutas que fomentan el turismo de muchos municipios andaluces. Misterio y pasión acompañaron siempre las aventuras de esos hombres que transformaron ese periodo en el de mayor esplendor del romanticismo en Andalucía.
El paisaje, montañoso y multicolor, con sus recónditas y arriesgadas sendas hacía que los bandoleros cabalgaran a sus anchas. Uno de ellos fue José María Hinojosa, apodado El Tempranillo porque con 14 años huyó de la justicia -por matar a un joven- y se escondió en el monte para unirse a una partida de hombres que asaltaba los caminos. Con el tiempo se convirtió en el ladrón de mayor fama que hubo en las tierras de España. Para conocer su historia solo hay que dejarse caer por los municipios donde el Rey de Sierra Morena fue forjando su leyenda.
"El rey manda en España, y en la sierra mando yo", decía José María Hinojosa
Donde se tocan las tres provincias de Málaga, Córdoba y Sevilla comienza la ruta de El Tempranillo. En 1805 nace el bandolero en el municipio cordobés de Jauja, al lado de Lucena. En el mismo pueblo, en la iglesia de San José, se bautizó y muy cerca del templo está el Centro del Bandolerismo Romántico, un lugar para conocer cómo era la vida de esos hombres que huían de la justicia.
En la época de este ladrón había una serie de viajeros y escritores británicos, como Richard Ford, que apasionados por las historias de estos temibles forajidos se trasladaron a Andalucía para dejar testimonio de sus andanzas. Solo existe un retrato del Rey de Sierra Morena, hecho a carboncillo por el pintor John Frederick en la casa de Richard Ford, obra que se encuentra en el Centro del Bandolerismo Romántico.
El río Genil, a su paso por Badolatosa (Sevilla), era un punto estratégico para los forajidos, además de servir de frontera natural entre las provincias de Córdoba y Sevilla, se dice que en su sierra se situaba el cuartel general del más grande bandolero que se ha conocido en España. Bajo las órdenes de El Tempranillo había entre 40 y 60 hombres, según la época. Con ellos consiguió hacerse con prácticamente toda Sierra Morena. Escondidos en diferentes puntos de las montañas asaltaban diligencias, sobre todo les gustaba saquear a las damas. El Tempranillo era un romántico y las engatusaba con tantos piropos que ni ellas se daban cuenta cuando les robaba. Las trataba con galanura y cortesía, "una mano tan bella no necesita alhajas", les decía mientras le quitaba las joyas. Le llamaron Robin Hood porque nunca dejaba a las diligencias que asaltaba sin nada y les cobraba un salvoconducto, tributo que debían pagar las personas más ricas.
En Corcoya, pedanía de Badolatosa, recibió El Tempranillo el indulto de Fernando VII. "El rey manda en España, y en la sierra mando yo", decía el bandido. Se había convertido en el dueño de casi todas las rutas y era temido incluso por otros ladrones. Fernando VII estaba cansado de perseguir a estos forajidos y pensó que si conseguía la confianza del mayor bandolero acabaría con el resto. Así que le ofreció un indulto a cambio de que entrara a formar parte de la Orden Real. El bandolero dejó su escondite y pasó a ser miguelete. El resto de ladrones empezó a tenerle envidia. El indulto fue en la Ermita de La Señora de Fuensanta, al lado de las cuevas donde se dice que se escondía El Tempranillo.
El 23 de septiembre de 1833 el exbandido tuvo su última misión, fue en el cortijo Buenavista, cerca de Alameda (Málaga), allí uno de sus antiguos compañeros, El Barberillo, le preparó una emboscada y le disparó con un trabuco por la espalda. No muy lejos yace su cuerpo. En la iglesia de la Inmaculada Concepción se encuentra la tumba del bandido generoso que robaba a los ricos para dárselo a los pobres.
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