José Luis García Asensio, una institución musical
Fue uno de los violinistas españoles más internacionales
Hay músicos que rompen tópicos, abren camino y crean escuela. No suelen ser los más famosos, pero su huella permanece generación tras generación. Músicos como el violinista, director de orquesta y pedagogo madrileño José Luis García Asensio (Madrid, 1944), una institución en la vida musical inglesa -durante más de dos décadas fue concertino de la prestigiosa English Chamber Orchestra- y referencia para varias generaciones de músicos españoles que han buscado la excelencia musical en sus clases en el Royal College of Music de Londres, su ciudad de residencia desde la década de los sesenta, donde falleció el pasado 11 de agosto.
García Asensio respiró el ambiente musical desde la cuna. De hecho, representa la tercera generación de músicos en su familia. Su abuelo y su padre fueron violinistas, y su hermano, Enrique, que dejó el violín por la batuta, director de orquesta. Llevaba la música en las venas. Y también la enseñanza, porque en su trayectoria artística y profesional los conciertos y la actividad pedagógica siempre permacieron unidas.
Sus primeros años en Londres fueron rutilantes y cimentaron su fama: a los 22 años fue nombrado profesor de violín del Royal College of Music, siendo el maestro más joven de la historia de una de las más venerables instituciones musicales del Reino Unido. Tampoco se entienden los más fructíferos años de la English Chamber Orchestra sin su energía e inspiración, como concertino y solista, en más de dos décadas de incesante actividad en auditorios, giras y estudios de grabación.
Como solista, dejó notables grabaciones de los cinco conciertos para violín de Mozart, una de sus pasiones, y dos versiones de Las cuatro estaciones, de Vivaldi. Contribuyó a la difusión internacional de la zarzuela a través de las célebres grabaciones que cantantes como Teresa Berganza o José Carreras realizaron con la formación inglesa bajo la dirección de Enrique García Asensio y Antoni Ros Marbà, editadas por el sello Ensayo
Casado con una chelista, Joanna Milholland, el violinista y pedagogo madrileño actuaba en España siempre que era posible, aunque la falta de planificación de algunas orquestas arruinaron no pocos proyectos. Clamó durante décadas por una educación de calidad en los conservatorios españoles, lamentando la pobre formación y la falta de disciplina profesional en un país tradicionalmente empeñado en buscar futuros virtuosos del violín en lugar de formar músicos de primer nivel, competitivos, capaces de ganar plazas en las grandes orquestas europeas.
En el reto de formar violinistas de calidad fue un consumado maestro, en Londres y ya en los noventa, felizmente, también en España, donde dirigió la cátedra de violín de la Escuela de Música Reina Sofía y fue director titular de la Orquesta de Cámara de dicha institución.
Trabajó con directores y solistas tan famosos como Daniel Barenboim -en los setenta el pianista y director argentino-israelí grabó todos los conciertos de Mozart con la English Chamber Orchestra-, Colin Davis, Simon Rattle, Pinchas Zukerman, Jacqueline du Pré y Yo Yo Ma, pero, por encima de todos, admiraba a Sergiu Celibidache. Fue principal director y solista de la Fort Worth Chamber Orchestra, de Tejas, y como director de orquesta trabajó con formaciones como la Sinfónica de Detroit, la Nacional de Washington y la Orquesta de Cámara de Israel.
Vivió la música sin obsesiones -la lectura, la medicina, los coches y el golf también fueron sus pasiones- y asistió a la revolución musical de los Beatles en primera persona, con solo 23 años, tocando y dirigiendo la sección de violines en She?s Leaving Home, un tema del mítico album Sgt. Pepper?s Lonely Hearts Club Band.
Años atrás sufrió un ataque cerebral mientras dictaba unas clases en le Escuela Reina Sofía, pero nunca renunció a la emoción de la música. Hace apenas unos días participó en un curso del Conservatorio de Valencia dirigido por su sobrina Anabel, también violinista y pedagoga, compartiendo su entusiasmo por la vida y la música, que en su caso eran la misma cosa.
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